Yo al empezar el paseo, de aspiraciones culturizantes, me acordé de esa canción de Mecano de "A unos en Gambia y a otros en Pekín y a mí me tocó nacer en Madrid", pero cambiado por "vivir en Santiago": así estoy ahora, en cierta sorda guerra con esta ciudad bonita, pero pequeña, cerrada, anquilosada, estrecha, presuntuosa.
En la entrada del palacio de Gelmírez fui a quejarme, porque sabía que iba a ser así, de que para ver una pequeña exposición de lo que habían encontrado en las últimas excavaciones hubiera que pagar la entrada al Museo: ¡Es que no piensan justamente en los de Santiago!, le dije a la señora, que cabeceó asintiendo, pero así nos quedamos. Son 4 euros la entrada reducida, para "los de Santiago", pero a mí me fastidiaba pagar. Al menos ver la Catedral por fuera es gratis (todavía). Aquí, desde la Quintana:
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