Una luz opaca y perlada, incluso cuando luce el sol; un cielo vagamente plateado por los vapores del agua «más que un sol, un remedo de sol». Hace ya tres meses que no veo las estrellas y la luna sólo la he visto dos veces, pálida y espectral. De vez en cuando llega del mar el silbido de un vapor o el sonido de una sirena (152).
Es de julio de 1935 y en las Solovki parece noviembre. A mediados de septiembre dice Florenski:
Me preguntas si aquí hay luna. No la he visto casi en medio año, pero ahora, en los últimos tiempos, el cielo está despejado bastante a menudo, aunque por poco tiempo, y la luna brilla con fuerza y se refleja en el lago, que reluce como la plata. En algunos puntos se ven columnas y manchas de oro procedentes de los faroles. En el otro lado del cielo refulge la aurora boreal. Aquí las nubes son muy variopintas y originales. Pero han comenzado los vientos y varias veces al día se pone a llover. El lago se agita como un río caudaloso (162-3).
Tomo otra foto que nos gustó mucho de la exposición de Castro Prieto y Rafael Trapiello:
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