Sigo con cosas que copié del proceso de beatificación de san Juan de Ávila, de 1624.
Uno es de saltarse el Purgatorio, en lo que una mujer se adelantó al santo. Cuenta Juan Martines de Zárate, de Córdoba, de una señora de Granada que le oyó un sermón al santo y cambió a una vida de gran penitencia:
Y que habiendo caído mala [Paz], había venido el Venerable Padre Maestro Ávila a confesarla y animarla para aquel trance riguroso y estando con ella le pidió que después de su muerte le viese y ella le respondió que con licencia de Dios lo haría y al cabo de ocho días después de difunta la dicha María de Posada, compañera de la beata Paz (que había este nombre ya difunta) encontró al Venerable Padre Maestro Ávila y le dijo si le había cumplido la palabra su compañera la beata Paz que le había dado estando ella presente. Y que apenas se lo había empezado a preguntar cuando vio que se le habían rasado los ojos de lágrimas y que la dicha María de Posadas le había dicho: "no le decía yo esto a vuestra merced por darle pesadumbre", a lo cual había respondido diciendo: "hija mía, este sentimiento no es por lo que me ha preguntado, sino que estoy corrido porque una mujercita me haya ganado por la mano. Sí me vio, hija, y me cumplió su palabra y me dio a entender la Merced que Dios le había hecho el llevársela al Cielo sin entrar en el purgatorio" (234).
Sobre este afán de santidad entre gente corriente es muy significativo el testimonio de un sacerdote, Fernán Pérez de Torres, que conoció a personas que trataron a san Juan de Ávila; aquí se apoya en el testimonio del Padre Molina, un sacerdote diocesano de Córdoba, para contar un caso tremendo, donde el santo le dice a uno que quería ser ermitaño: ¿Acaso Dios es solo de los solitarios?
Iten refería el dicho Padre Molina el don de consejo y discreción de espíritu, en el cual es cosa muy notoria que fue excelente el dicho Maestro (...) un mancebo desta ciudad le fue a consultar si sería ermitaño mostrándole grande inclinación a este modo de vida y señales de que Dios le llamaba para ella, al cual le respondió que no le convenía; él entristeció y le paresció que el consejo no era acertado, y volvió a disputar y porfiar sobre ello con el dicho Maestro, el cual le respondió con brío estas palabras, numquid tantum est deus solitariorum?, después de lo cual perdió el juicio dicho mancebo (188).
Me he perdido un poco con el castellano del S.XVI...
ResponderEliminar- En la primera historia, San Juan de Ávila le pide a una moribunda (María de Posada) que se pase a saludar después de muerta, y una mujer que estaba presente (la tal beata Paz) le pregunta pasados ocho días al padre si la tal María ha cumplido su palabra, y este se lo confirma.
- En la segunda, si interpreto "perder el juicio" como volverse loco se me antoja un final negativo de la historia. ¿Podría entenderse como "cambió de parecer y le dio la razón a San Juan de Ávila"?
La que se muere es Paz (a la que llaman luego beata Paz) y su amiga, que es la que habla con san Juan de Ávila, es María de Posada. A San Juan de Ávila se le había aparecido la tal (beata) Paz y le dijo que ya estaba en el cielo: la vergüenza que sintió san Juan fue de ver cómo se le había adelantado una "mujercita". Yo ahí veo la grandísima humildad de san Juan, que era el hombre más penitente que podía haber. y estoy seguro de que se alegró un montón de que la tal Paz hubiese saltado directamente al cielo.
EliminarEl final de la segunda historia es negativo, sí, porque ese hombre que en realidad no valía para ermitaño (como se ve porque se vuelve loco) podría haberse hecho santo en su vida diaria, como la beata Paz, pero se enrabietó porque lo que él quería era hacerse ermitaño.
Gracias por las aclaraciones.
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