Otro día vistamos Belorado. Lo mejor de todos esos días era el ir, el hacer el viaje. Había nieve el algunos sitios y muchos camiones, porque es la carretera de Logroño. Formábamos casi una fila, sin prisas, sin ganas de arriesgar en adelantar, mientras teníamos de fondo a Battiato en español e incluso a Julio Iglesias.
A mí Belorado me cayó mal, no sé por qué. Quizá fue por los murales que han ido poniendo por muchas paredes. Les estoy cogiendo gran manía a todos los murales: prefiero el hormigón mil veces.
Después de hacer lo más importante, comprar pan, fuimos hacia el centro: en la Oficina de Turismo no sabían cuándo abría la iglesia ni quién era el cura. Al menos tenían allí unas lápidas romanas.
Nos fuimos andando hasta el convento de las Clarisas: la iglesia era muy acogedora, estaba el Santísimo y hacía calorcito. En un lateral había un retablo manierista. La primera foto es borrosa:
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