Una mañana fuimos a Briviesca. Otra vez el campo en torno a Burgos estaba precioso, con ocres en el suelo y grises en el cielo y rompimientos de sol, que los convertía casi en verdes y casi en azules.
Nos esperaba un amigo de mi padre, que nos iba a enseñar la iglesia del convento de santa Clara. Resultó que había liado al Alcalde, así que nos acompañó la máxima autoridad y un concejal: muy majos. La iglesia la hizo la hija de los condestables y era la misma estructura, casi un círculo, como una cruz griega engordada, como la capilla de la Catedral. La cúpula, sin ser la de Burgos, era muy bonita:
El retablo se quedó sin dorar. La ventaja es que se ve mucho mejor la labor de la escultura. Me recordó al de la Catedral de Astorga: es miguelangelesco, con figuras como musculadas y Vírgenes que no sé distinguen mucho de las representaciones romanas clásicas. Todo ello en una estructura organizada con arquitectura oblicua, para dar un efecto de profundidad.
El pan tiene muy buena pinta.
ResponderEliminar¿Alguna idea del porqué de la sirena?
Estaba muy bueno. Lo de la sirena me sorprendió y no sé por qué la pondrían.
EliminarTe leo con interés, como siempre. Hoy no tanto pero hasta hace pocos años esos pueblos me parecían estar al fin del mundo. Las carreteras y los coches han acercado todo aunque sé por propia experiencia que pasar no es lo mismo que estar.
ResponderEliminarHe estado hoy en un bar de aquí en el que entre muchos objetos vintage que hay para darle un aire retro había una caja metálica de Almendras de Briviesca, azul clara, creo que de Casa Santaolalla. Una catarata en mi ojo izquierdo hace que a veces me imagine lo que veo, y lo que escribo.
Las almendras de Briviesca era un cosa muy característica de cuando éramos pequeños, porque mis abuelos vivían al lado de Briviesca y porque en todo Burgos y supongo que más lejos las garrapiñadas eran muy conocidas.
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