martes, 1 de diciembre de 2020

Fictor noster

En el primer domingo de Adviento se leía, claro, a Isaías. Ahí estaba este versículo: 

Et nunc, Domine, pater noster es tu, nos vero lutum; et fictor noster tu et opera manuum tuarum omnes nos (64. 8).

Y ahora, Señor, Tú eres nuestro Padre, nosotros barro; nuestro alfarero eres Tú, y obras de tus manos todos nosotros.

Alfarero es en latín el fictor (el figulus también). De ahí viene la palabra ficción: somos ficción de Dios y nada más lejos de mí que caer en ese tipo de frases de algunos que juegan a juguetear con que, en cuanto ficción, no seríamos reales. Ya lo he dicho más veces aquí, la ficción es literalmente el modelado; no tiene que ver primeramente con lo falso, sino con el hecho de ser creados. Primeramente eso que sale de las manos del alfarero es, existe, es real; luego será de un modo u otro. Nosotros somos arcilla modelada, vasos* hechos por el alfarero divino, el fictor. Nos ha hecho con sus manos, pero somos no un objeto (ahi está el chiste, donde la imagen ya no funciona), sino sus hijos, porque el artesano es nuestro Padre. 

El Hijo del Padre es Jesús, que hace con sus hermanos ficción, en el sentido más literal de modelar con sus palabras personajes en las parábolas: ese es otro universo fascinante, que intuyo que ilumina la cuestión de la ficción literaria y su verdad: la mujer que pierde la dracma, el buen samaritano, el hijo pródigo, el hermano mayor del hijo pródigo somos nosotros contados a nosotros mismos por nuestro hermano mayor, que lo que nos muestra es que nos damos un aire a nuestro Padre Dios en nuestro parecido con Él, Jesús: la ficción es la verdad de la mímesis, del parecerse.


*Lo dice san Pablo en 2 Co 4.7: que llevamos el tesoro (a Cristo) en vasos de barro (vasis fictilibus). Y también 2 Tim 2.20-21.

4 comentarios:

  1. Encontré una vez cuando buscaba cómo formar una hogaza que la palabra heñir desciende del latino fingere y significa precísamente dar forma.

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    1. Vaya, impresionante: qué chulo. No había oído nunca esa palabra.

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  2. En esta entrada se abre también una sugerente intuición acerca de la ficción que fue abordada en el curso de verano que programaste en junio de 2016 por Cesáreo Bandera en su comunicación titulada "La parábola evangélica y la ficción poética"... Yo residía entonces en Santiago y asistí a ese curso pero, en el siguiente curso académico, tuve que trasladarme a Madrid, que es desde dónde te envío (con un nada fingido retraso) mi más efusiva enhorabuena por la realización de aquel curso, y te dirijo ahora la siguiente pregunta:
    ¿hubo alguna publicación que recogiera las aportaciones de aquel curso?

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    1. Vaya, me alegra que recuerdes aquello. No hice una publicación de aquello, no: hubiera estado bien.

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