lunes, 11 de mayo de 2020

Wittgenstein y el parchís

Cuando leí el libro sobre la familia Wittgenstein, un amigo me habló de la biografía dedicada a Ludwig, el filósofo, de Ray Monk: la acabé el último día de hospital. Es un gran libro.
A Ludwig Wittgenstein he acabado por tenerle un gran aprecio, porque es un monstruo de la atención, casi una víctima de la filosofía, porque para él nunca fue cuestión de oficio: siempre quiso desligarse de lo académico; nada de hacer carrera. Acabó en Cambridge como sustituto de Bertrand Russell pero con la idea de solucionar algunos problemas que le parecía que dificultaban los prolegómenos a la filosofía (si es que lo he entendido bien), no por un deseo de "ser filósofo" o, menos todavía, "profesor de filosofía".
Me ha dado por pensar que el no que no fuera a un Gymnasium, el lugar tradicional de segunda enseñanza en la línea del estudio de los clásicos, sino a una Realschule, más orientada a lo científico (donde coincidió con Hitler, por cierto) es clave para entenderle: da la impresión de que es un filósofo que lo plantea todo como si fuese el primero en verlo, a diferencia de otros, que entran en cuestión con las grandes figuras del pasado como primera medida: con Platón o Aristóteles o los modernos, pero en una línea de Gran conversación.
De la filosofía de Wittgenstein sigo casi pez. Incluso soy incapaz de ver al conejo en el dibujo del pato-conejo. Me parecía como que iba a pillar la diferencia entre mostrar (zeigen) y decir (sagen), pero tampoco. Por no hablar de la fundamentación filosófica de las matemáticas, que es, en mi caso, como enseñarle a un cerdo ballet. Yo tenía un interés más biográfico.

Todo esto para decir que hace unos días me llevé una alegría que os podrá parecer tonta. Es lo siguiente, de cuando estaba en la costa de Gales, en Swansea, alojado con la familia Clement, que tenía dos hijas pequeñas, de once y nueve años:
En particular le gustaba jugar al parchís y al sube y baja con las chicas, tanto que, en una ocasión en que la partida de sube y baja -en la que Wittgenstein se hallaba particularmente absorto- duraba ya más de dos horas, las chicas tuvieron que rogarle que abandonaran el juego antes de acabarlo, a lo que Wittgenstein consintió contra su voluntad (425).
He encontrado la versión original y lo del Sube y baja es un juego que en inglés se llama Snakes and Ladders.

8 comentarios:

  1. Veo a Wittgenstein como un ser atormentado empeñado en volver a nacer, pero no sabía cómo.

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  2. ¿Ese "sube y baja" es el "snake and ladders"? Un deporte de reyes, sí señor.

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  3. Quizá estaba empezando a elaborar su famosa teoría de los juegos de lenguaje. Así surgen las grandes intuiciones... El parchís... Y esa tensión de fondo, la imposibilidad de decir lo que más importa. Me encanta, sus grandes transformaciones o hallazgos vienen de cosas así, como asistir a una obrita de teatro, en la q oye una frase como una revelación, y salir diferente... Supongo q la conoces, si no, te recomendaría leer su Conferencia sobre ética, de 1929, la única q dió en su vida. Con lo que sabes de él podrás imaginar el esfuerzo que tuvo que hacer. En ella muestra, hablando en primera persona de sus propias experiencias éticas, lo q no puede ser dicho (o enunciado con sentido, por falta de referencialidad, de verificabilidad y de todas esas historias...) Está en la red.

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    1. Lo acabo de encontrar:
      http://www.filosoficas.unam.mx/~tomasini/TRADUCCIONES/Articulos/Etica.pdf
      Mil gracias.

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  4. Por cierto, lo del conejo: el pico del pato, son las orejas del conejo . Es decir, el pato mira pa'un lado y el conejo pa'otro :)

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    1. Fíjate qué bobada: pues no lo pillaba. Había otra imagen que tampoco entendía hasta que vi que había un 4 en el medio. Ni para lo más sencillo valgo.

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    2. Jajajaja Yo no he visto nunca el 4!!
      En la Conferencia sobre ética, además del hecho de que se atreva a salir a la palestra para hablar de sus experiencias metafísicas o trascendentes y deshacer malentendidos, me emociona ese final en el que se ve claro el conflicto con el medio en el que se movía (y puede que también con la apisonadora que tenía por mente): “…pero es un testimonio de una tendencia del espíritu humano que yo personalmente no puedo sino respetar profundamente y que por nada del mundo ridiculizaría”.
      Y otra cosa, como interesado en el tema de la literatura y la verdad, te diría que ahí eres wittgensteiniano. Los filósofos pretenden “sagen” lo que no se deja, la literatura”zeigt”.
      Un abrazo, cuídate.

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    3. He leído la conferencia: ahí se ve muy bien cómo se veía como alguien que quiere desmontar renderetes poco sólidos. Lo difícil es luego construir, pero me ha parecido tremendamente interante justo el párrafo que citas

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