lunes, 27 de mayo de 2019

No mamar los viernes

Las dos Vidas que he leído de san Juan de Ávila* me han interesado mucho. La de Fray Luis de Granada, y mira que le trató y hasta convivió con él en su casa, es un prodigio de contención: sólo cuenta lo que tiene como cierto y seguro, especialmente por informaciones contrastables. En cambio, la de Luis Muñoz cae en la hagiografía más tópica, intentando «limpiar» de manchas sociales al santo y hacerlo santo más al gusto del mito de la santidad como predestinación o como marca del genio. Dice que incluso su madre en el embarazo tenía que ayunar:
Voz es entre su gente recibida que, todo el tiempo que duró el preñado, no podía Catalina comer los jueves y viernes más que una vez al día y que si lo intentaba no lo sufría el estómago y lo volvía; y que, nacido el niño, sola una vez tomaba el pecho estos dos días, novedad que dio pena al principio, temiendo ser enfermedad, hasta que desengañó el tiempo. Esto aseguran los antiguos de Almodovar y muchas matronas ancianas, que conservan con mayor tenacidad estas piedades (162-3).
Ayunaba los viernes nada más nacer. No sólo eso, sino que sus padres «eran de lo mejorcito»:
Fueron los padres de nuestro venerable Maestro, Alonso de Ávila y Catalina Gijón, de lo más honrado y lustroso de Almodóvar, de familia pura y limpia, sin mezcla de aquella sangre, que una gota dicen que inficiona mucha buena; en nuestro vulgar, «cristianos viejos», de limpieza asegurada, muy bien puestos de hacienda, y, lo que más importa, temerosos de Dios y observantes de su ley, cuales convenía que fuesen los que tal planta habían de producir (161).
Lo que era sabido en ciertos ámbitos (se documenta en una carta entre jesuitas, dudando de su entrada en la Compañía por ese motivo) era que procedía de «cristianos nuevos».

Un discípulo suyo, Diego Pérez de Valdivia, dice algo similar sobre ayunos de recién nacido:
Apenas pisó los umbrales de la vida cuando dio muestras que era elegido de Dios para una gran santidad. Comenzó la abstinencia desde el primer alimento: dicen personas de crédito que les contaba su madre que no podía con él que los sábados le tomase el pecho; de tres o cuatro años, rehusaba los regalos que le hacían las vecinas o parientas y los tomaba forzado; de seis años ayunaba tres días a la semana (353).
Todo esto me recuerda a algo que decía san Josemaría sobre los hagiógrafos demasiado amantes de engrandecer a sus biografiados:
Involuntariamente quizá, han hecho un flaco servicio a la catequesis esos biógrafos de santos que querían, a toda costa, encontrar cosas extraordinarias en los siervos de Dios, aun desde sus primeros vagidos. Y cuentan, de algunos de ellos, que en su infancia no lloraban, por mortificación no mamaban los viernes... Tú y yo nacimos llorando como Dios manda; y asíamos el pecho de nuestra madre sin preocuparnos de Cuaresmas y de Témporas...
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*Fray Luis de Granada, Licenciado Luis Muñoz. Vidas del Padre Maestro Juan de Avila. Presentación y edición por Luis Sala Balust. Barcelona : Juan Flors, 1964

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