martes, 28 de mayo de 2019

Felipe II y un Diógenes cristiano

En la Vida que escribió Luis Muñoz, aparte de sus desfallecimientos hagiografistas, hay joyitas como esta, del abad Mateo, que le da mil vueltas al Diógenes de aquella conversación con Alejandro:
Eligieron los monjes por su abad al padre Mateo; dio forma a su convento al modo de los de Egipto que pinta san Jerónimo; asentó la labor de lana; labraban paños, disponían la lana, tejían, hilaban, hasta darles perfección; labraban la tierra. Salían por la comarca los monjes; tomaban a destajo las siegas de los lugares vecinos; lo que ganaban repartían entre pobres, enviándoles pan y paño para su abrigo y sustento, con que a los monjes del Tardón los veneraban como a verdaderos santos. Fue tan grande la opinión del padre fray Mateo, que pasando el rey don Felipe Segundo por Córdoba le dijeron de él tantas alabanzas que mandó al Obispo que se le trujese; holgó verle y le ofreció si quería alguna cosa; respondió que no había menester cosa de esta vida; por ventura no pudo decirlo el Rey, que en esta parte aventajan los verdaderos pobres de espíritu a los reyes de la tierra; dijóle el Rey: «Padre Mateo, lo que pude daros os ofrecía, mirad que tengáis cuidado de encomendarme a Nuestro Señor me dé gracia para cumplir su santa voluntad y cumplir con mis obligaciones, y que vuestros monjes hagan lo mismo»; mostró gusto de ir a ver el Tardón; desviólo el padre Mateo, así por la aspereza del camino como porque sus monjes no tuviesen ocasión de desvanecimiento viendo que los visitaba el Rey.
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Fray Luis de Granada, Licenciado Luis Muñoz. Vidas del Padre Maestro Juan de Avila. Presentación y edición por Luis Sala Balust. Barcelona : Juan Flors, 1964 [el texto entero, aquí], p. 319-320

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