En realidad no vimos nada en la última salida que hicimos en esos días de final de diciembre en Burgos. Íbamos a visitar san Juan de Ortega, porque yo -ejem- no había estado nunca, aunque suponíamos que estaría cerrado. Y así fue. Le dimos una vuelta al perímetro y miramos el ábside. Ahí lo tenéis:
Pisábamos por un campo lleno de piedras y vimos a algún peregrino. El día estaba tan bonito, aunque frío, que a mí me dio igual no poder ver el interior. Otra vez será. Ya sólo ver el campo en el viaje de ida y vuelta por carreteras secundarias en dirección a Logroño valió la pena, mientras nos acordábamos de cosas de pequeños en Castrojeriz.
Acabamos tomándonos torreznos en Ibeas de Juarros.
Muy bonitos los días de Burgos: el cielo azul, los árboles sin hojas, todo precioso.
Pisábamos por un campo lleno de piedras y vimos a algún peregrino. El día estaba tan bonito, aunque frío, que a mí me dio igual no poder ver el interior. Otra vez será. Ya sólo ver el campo en el viaje de ida y vuelta por carreteras secundarias en dirección a Logroño valió la pena, mientras nos acordábamos de cosas de pequeños en Castrojeriz.
Acabamos tomándonos torreznos en Ibeas de Juarros.
Muy bonitos los días de Burgos: el cielo azul, los árboles sin hojas, todo precioso.
Conozco ese sitio de Ibeas,de cuando fuimos a Aguilar.
ResponderEliminarTe mandaré un enlace a Slow...no sé qué, del Gobierno ver Aragón para rutas poco transitadas.
Y aunque te leo comento poco.
Un abrazo