Está siendo enfermizo esto mío de estirar las cosas en varios días: como no ponga coto, me paso el mes hablando del Curso de Verano. Ya acabo:
Armando Pego habló sobre Shakespeare. Ya os puse un enlace a un resumen suyo de la problemática que le interesa y que expuso en la conferencia también, aunque dedicando más tiempo al diálogo con las interpretaciones recientes más valiosas para él, las que reconocen el genio y no acuden a subterfugios externos que reduzcan a Shakespeare a un pelele moldeable. Sobre todo quiso dejar clara la grandeza filosófica de su obra, ejercida en cuanto dramaturgo (no «a pesar» o «como excusa de»), en obras teatrales de complejidad a la altura de la complejidad de lo real. En el coloquio intenté llevármelo a mi molino, hablando del uso paralelo del género del diálogo por parte de Platón y lanzando aquello de Steinhardt de Hamlet como personaje «positivo», pero no entró al trapo. Y sobre Hamlet giraba el núcleo de su exposición, esa tragedia basada en una obra de argumento previsible, pero que complicó para romper nuestras expectativas y sobre todo para apuntar en otra dirección.
Y Enrique García-Máiquez expuso su visión de la verdad en la poesía española contemporánea, haciendo un alarde de capacidad de observar grandes tendencias en un mundo que a mí me asusta, de tan amplio: el inmenso mar de los libros de poesía en la España del último siglo. Él reconocía una línea muy marcada: la «autenticidad» o la sinceridad como clave de la pertinencia de la poesía por parte de muchos poetas. Apuntó luego a una línea fascinante, la de indagar en eso de Machado de que la «verdad se inventa» como recurso válido de la poesía, aprovechando un ejemplo de su poesía: de una anécdota de su hija enseñándole una luna pintada en el dedo a un haiku ya fuera de lo anecdótico (prehistoria aquí. Lo explica en detalle aquí, aunque el enlace se ha quedado obsoleto: el artículo está aquí en pdf, en la página 29)
Incluso con la «fea cobertura» con que han quedado vestidos estos recuerdos , espero que os llegue algo a los que no pudisteis estar allí. Puedo excusarme en que hablo «de oídas», porque de hecho no escribí nada, ay (otra vez).
A ver si publicamos esas conferencias y todos las podemos disfrutar de nuevo, de otro modo.
Walter Benjamin afirmó que Hamlet fue el único protagonista que ha hecho saltar chispas cristianas de la "gelidez barroca", mientras que Schmitt, obsesionado por la condición insular de Inglaterra (oh), le negaba su condición cristiana. A mí me interesa el punto de vista de Florenski que ve en la acción Hamlet una teomaquia puramente interior...
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