Había una conferencia de Ignacio Vidal-Folch (leí hace poco sus Diarios) y música de la época de Cervantes / Shakespeare en la Ciudad de la Cultura el sábado por la mañana, No parecía mal plan.
Jarreaba al llegar y nos acogimos al sagrado de los andamios que cubren -ay- los edificios del malhadado proyecto. Cuando escampó relativamente, pude hacer esta foto del esqueleto de hormigón y el furaco de lo que quedó inacabado:
El formato era en plan curatorial talks del MOMA. La foto lo explica mejor:
El invitado al principio estaba como disperso. Se retrepaba y se repantigaba en el sillón. Parecía simpático para hablar delante de una caña. Traía unos folios que iba tirando al suelo a medida que iba soltando generalidades, anécdotas anodinas y obviedades.
Hicieron un sorteo de dos libros, no nos tocó: casi mejor.
El concierto, como todos los conciertos, pero el vino final, muy bien.
Yo iba pensando: mi curso de verano va a costar menos que esto y va a ser mil veces mejor, porque traigo conferenciantes que saben de lo que hablan y por eso se preparan la conferencia antes. Ya veis, todo el día comparándome.
Qué presión.
ResponderEliminar(Evitaré, al menos, repantingarme.)
No, no, estoy constatando un hecho. La conferencia de Vidal-Folch es de las peores que recuerdo. Lo que no sé es por qué aceptó la invitación.
ResponderEliminarBueno, te ha salido una crónica humorística, queriendo o no. La línea del concierto, breve.
ResponderEliminarUn abrazo