Nos volvíamos de Medina de Pomar con cierta sensación de timo y había al poco un cartel en la carretera de «Iglesia Románica» y allí que nos metimos: era Villarías, una casa nobiliaria y una iglesita donde han hecho una urbanización y un campo de golf (es una zona muy de veraneo de "los de Bilbao"; está a una hora). Daba ganas de coger los palos y jugar unos hoyos con aquel hermosísimo día fresco pero con sol brillante.
Más adelante había una indicación al "dolmen la Cotorrita". Poca cosa comparada con los grandes dólmenes gallegos: quedaba solo una cámara con una galería de entrada, pero qué agradable fue el paseo:
Qué bonito estaba el campo, sí:
Y nos volvimos a Burgos, que mi madre nos esperaba con su sabrosísima comida preparada.
Esas ganas de jugar al golf en el día fresco y azul son lo mejor que tiene el golf. De manera que en lo referente al placer, ya eres un golfista consumado.
ResponderEliminarY con el tiempo, cada vez nos irá gustando más el golf...
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