Este es un artículo de Javier Gomá Lanzón, publicado en Babelia (22.12.12: 12).
Hoy que celebramos los Santos Inocentes (118.357 abortos en 2011, un 5% más) lo voy a fiskear, porque me parece muy ilustrativo de por dónde van las clases dirigentes de España respecto al aborto:
ESCURRIR EL BULTO [se agradece que vaya de frente]En una sociedad que fuerza continuamente al ciudadano a tomar partido, vale más una prudente duda reflexivaUno más o menos está prevenido contra las acechanzas del maligno [traducido: «mi educación es católica»], pero ¿quién te prepara contra las seducciones de los buenos? [traducido: «por eso sé lo cansinos que pueden ser los 'buenos'»] Ante éstos, confiados, bajamos la guardia y estamos perdidos [hay que ponerse firme ante ellos: son incansables]. Contempladas una a una, las justas causas de este mundo merecen apoyo; persuadidos por la fuerza que las anima, el primer impulso es dar un paso al frente. ¡Cuenta conmigo! El ardor se enfría algo cuando reparamos en la variedad infinita de causas que nos solicitan ¿solidarias, medioambientales, culturales, políticas? [a ver cuál elige de ejemplo, al final: ¿la caza de ballenas, los desahucios, las descargas ilegales, el federalismo?] Y en que la elegida quizá no sea la prioritaria sino sólo la primera que llamó a la puerta. Entonces se nos ofrece la siguiente, asistida también de excelentes razones, y luego la siguiente. Entretanto, cada cual va tratando de cumplir día a día, con muda monotonía, los menesteres familiares, profesionales, vecinales, cívicos y legales que gravitan sobre el ciudadano medio asumiendo un desgaste carente de lucimiento personal alguno, pero trascendental para asentar la anónima normalidad de las cosas. [sí, ya alabé yo aquello de Waugh 'mi servicio es simplemente llevar adelante una familia'] Atender con algún decoro todo ese cuerpo de deberes ya absorbe muchísimas energías y, una vez satisfechos todos, apenas nos quedan fuerzas residuales para compromisos supernumerarios. ¿Qué hacer? Como no se trata, supongo, de luchar contra el deshielo de los casquetes polares o a favor de la renta mínima de inserción o de la cooperación al desarrollo por el expediente de meter a los hijos en una esclusa [inclusa*], como Rousseau, o pedir al prójimo que pague mis impuestos, como tuvo el donaire de hacer Agustín García Calvo, mi llorado profesor de métrica latina, al final acaba uno buscando la manera de escurrir el bulto [(alerta de sofisma): como uno no puede arreglar los problemas del mundo, mejor no decir nada nunca]. Sucede con frecuencia que el ciudadano cumplidor, aquel que puntualmente se responsabiliza de todas las obligaciones inherentes a la posición que ocupa, mientras se consume en este empeño ha de escuchar los escrúpulos de su mala conciencia o los reproches de terceros que le afean su conducta tachándola de descomprometida, de calculada tibieza o de egoísmo [excusatio non etc.]. Un cierto republicanismo -empezando por la Hannah Arendt de La condición humana- nos ha acostumbrado a pensar que ciudadano virtuoso es aquel que, como el antiguo griego, desdeña familia y trabajo -en la Grecia clásica, quehaceres propios de mujeres y esclavos-y, abandonando esa esfera privada, acude al ágora para deliberar ociosamente [=¿Sócrates, los estoicos?] con sus iguales sobre asuntos políticos de interés general. Yo sostengo, por el contrario, que los profesionales de la política no ostentan ni mucho menos el monopolio de lo público y también -recuperando aquel eslogan feminista que decía que lo personal es político- que alguien que simplemente funda una casa y elige un oficio, cuidando de ambos con diligencia, es ya, de pleno derecho, una persona pública y está promoviendo con su vida una justa causa de interés general [totalmente de acuerdo].
No sólo como ciudadano, también como filósofo, siento a menudo la necesidad de escurrir el bulto. Y eso que no comparto en absoluto el socorrido lugar común que pretende que la filosofía es la historia de los problemas y no de las respuestas, de las dudas y no de las certezas. Me gusta repetir que el auténtico filósofo se caracteriza, dentro del sistema de saberes, por especializarse en ideas generales, esas ideas sobre el Todo en general que las demás disciplinas presuponen sin convertirlo en tema [Ok]. En consecuencia, la filosofía ha de saber producir respuestas y certezas sobre la totalidad del mundo, aunque por supuesto nunca definitivas. Un Todo filosófico se presenta muchas veces como un ideal. [Aquí da un salto: 'No definitivo' no es lo mismo que 'Ideal'] Ahora bien, el ideal señala una dirección y su valor se mide por la excelencia que enuncia, movilizadora de fuerzas sociales latentes, no por su aplicación práctica. ¿Quién ha visto alguna vez realizado en la historia real el ideal del hombre prudente aristotélico, el del agente moral autónomo kantiano o el del superhombre nietzscheano? La filosofía haría bien en mantenerse en ese plano de idealidad y no aspirar a convertirse en una crestomatía o un vademécum válido para todos los casos [El hombre prudente aristotélico es una guía para la vida, no mero divertimento teórico]. Entre los primeros principios de la filosofía y la realidad que habitamos se abre un hiato; tratar de llenarlo sería como desertar de las austeras ideas generales y abandonarse a la concupiscencia de una casuística [de los planteamientos éticos generales a los problemas éticos y de ahí a la casuística: muchos saltos en poco trecho] que pertenece, en puridad, a la riquísima y problemática contingencia humana, irreductible a concepto [es decir, que no puede haber filosofía moral, ¿quieres decir eso? que no es posible llegar a criterios universales a partir de la inducción ¿eso quieres decir?].*El otro día en Burgos le hice una foto en san Agustín a esto que de pequeños nos decían que era el sitio por donde abandonaban a los niños en la inclusa. Era escalofriante pasar por allí:
De que los filósofos cavilen sobre el Todo no se sigue, por tanto, que deban perorar sobre todo [vale]. Con frecuencia se les requiere para que expresen su parecer sobre las más variadas cuestiones [sí, eso les pasa hasta a los futbolistas]. Recuerdo que en los exámenes universitarios me desenvolvía bien cuando había que desarrollar un tema general de la asignatura pero mal en los multiple choice, porque, salvo la abiertamente absurda, todas las otras respuestas me parecían de algún modo correctas [argumento biográfico para la indecisión moral]. Lo mismo me ocurre ahora con la llamada ética aplicada. Por un lado, el pensamiento avanza con tempo geológico mientras que la sociedad demanda soluciones supersónicas [supongo que no estarás a favor de la presencia de gente de filosofía moral en los comités de bioética]. Por otro, algunas de estas materias entran en la arena de la controversia política y al punto dejan de ser neutras para el pensamiento –que debería mantenerse fiel exclusivamente con [el] objeto de su meditación- y se contagian de la dialéctica amigo/enemigo propia de la lucha partidista. Entonces del filósofo no se espera ya una opinión sino una afiliación, una equis en el examen tipo test a la alternativa, por ejemplo, abortista o antiabortista, cuando lo interesante [el aborto como 'problema interesante'], en perspectiva filosófica, consiste en hacer aflorar la antropología subyacente a la quaestio debatida ['antropología subyacente'; es una quaestio, no es un problema: 118.327 es el número de abortos]. En el caso del aborto, si se argumenta que desde el instante mismo de la concepción el embrión es no sólo vida sino vida humana, ¿debemos entender que lo específicamente humano reside en los cromosomas? [como pregunta, es bastante tonta; si lo que quiere decir es que es un problema definir cuándo empieza la vida humana, se podría decir de otro modo]; si se defiende el derecho a abortar por malformación del feto, ¿qué hace la vida humana digna de ser vivida: la ausencia de sufrimiento? [se pone contra el otro extremo: ni talibanismo de 'vida humana desde la concepción' ni aborto libre total: vamos, lo que propone ahora el PP] Ante este tipo de situaciones, obligados a tomar posición en breves segundos [¿pero no has tenido tiempo de pensar en ello en estos últimos 40 años?] con un sí o un no, recomiendo no ceder al síndrome del micrófono y, aun a riesgo de decepcionar, decir con sencillez: "Sobre esto no tengo opinión formada" [Pero si la acabas de dar]. Y escurrir descaradamente el bulto [modelo de moralidad, sí señor].
En esas edades 'premodernas' al menos no los mataban ni se escondían en los cromosomas. Y había filósofos que morían antes de escurrir el bulto: Sócrates el ocioso, por ejemplo.
Ángel, ¿no te das cuenta de que es esta sociedad tonta -quizá incluso la publicidad o los medios de formación de masas- la que ha hecho de ti algo -tan aleatorio- como un antiabortista?
ResponderEliminar(Nunca agradeceremos lo suficiente a Gomá que nos muestre el rostro horrendo de la psicosis intelectual a la que forzosamente se ve abocado el filósofo del Régimen. Que le aproveche)
Pues nada, nada, a escurrir el bulto: (118.357 sólo en España, sólo en 2011) Eso lo hacían muy bien los alemanes cuando les preguntaban que donde habían ido sus vecinos judios de la puerta de al lado. ¡Yo que sé! A lo mejor de vacaciones... y se encogían de hombros. (el bulto fue de 6.000.000 millones)
ResponderEliminarDe ridículo y vergüenza ajena este fiskeado
ResponderEliminarDe valientes y de orgullo propio (por amigo del autor) este fiskeado.
ResponderEliminarQué gran comentario el del valiente Anónimo, qué razonado, qué ponderado, qué convincente. Con lectores así da gusto y no con gente como tú, Ángel, que eres un troglodita y un reaccionario que no escurres el bulto.
ResponderEliminar¡Mira que preocuparte pornla casuística y las cifras!
Repito: de vergüenza ajena. Un alumno de mi universidad hace esto como trabajo y queda suspendido: ironía barata, metacomentario, debradación de calidad, falta de compresión de lo analizado... Si se quiere decir algo, que haga un artículo él mismo, algo perfectamente legítimo o que intente comprender bien lo que lee, pero lo que hace es no entender en absoluto lo que escribe el autor y cuál es la tesis, y luego intentar ridiculizarlo con resultado inverso al pretendido. Espero que esta información le sirva a Dal como explicación de mi comentario anterior.
ResponderEliminar"Con resultado inverso al pretendido..." Ja, ja, ja.
ResponderEliminarAnónimo, no pretendo ridiculizar el artículo: le doy tanta importancia que lo comento en detalle, utilizando recursos retóricos, pero buscando la verdad. Mi crítica pretende ser constructiva.
ResponderEliminarNo sé cuál será tu Universidad: supongo que Harvard (esto supongo que es ironía barata).
No es por presumir, pero creo que entiendo el artículo mucho mejor que tú, aunque eso sería imposible comprobarlo, porque -que yo sepa- tampoco tú has escrito ningún artículo.
Llevo ocho años escribiendo aquí cosas; mi problema no es de no escribir o de no dar mi opinión: en todo caso sería de lo contrario.
Qué pobreza de articulito, vaya bluff.
ResponderEliminarMuy pocho este Gomá. Blandiblú.
El otro día me topé con un libro de recetas muy divertido: era de Falsarius Chef, sobre cómo engañar a tus invitados con cocina a base de latas, botes y precocinados, todo ello con un aire gourmet.
Deben ser primo-hermanos, solo que este Gomá se cree solemne.
Sobre la comprensión del artículo, la verdad es que cuando tuve noticia de la deposición de Gomá en Babelia, la releí varias veces, haciendo por dilucidar si no sería -amén de otro pedito inodoro de los suyos- una velada crítica al intelectual que escurre el bulto, una bromita opaca y algo sosa, propia, supongo, de Letrados del Consejo del Régimen.
ResponderEliminarPero no. Dice lo que dice y lo dice en serio. Le habrán llevado al CM Moncloa, que lo llevan cada poco para adormecer al colegial y de paso mostrar a los chavales, involuntariamente, la vacuidad de la supuesta "excelencia", y alguno le habrá preguntado por ese tema menor, fruto de la concupiscente casuística, que es el aborto, y se habrá visto incómodo...
(la contradicción "muda monotonía", ¿creéis que es deliberada o un síntoma más de que es imbécil?)
Aquí, EE UU, llevamos casi cincuenta años de aborto multitudinario y durante ese tiempo todo ha ido de mal en peor. La esterilidad es esteril.
ResponderEliminarNo hay dialéctica que valga.
¿Por qué le molesta tanto al eminente y anónimo profesor el comentario de Ángel? Si no comulga con sus ideas que lo confiese abiertamente, pero que no diga sandeces. A qué viene lo del trabajo universitario, etc. Esto es un blog, y lo que se ha pretendido es poner en evidencia, y se consigue, la actitud meliflua del tal Gomá… Por supuesto que no intenta ser una voluminosa exégesis sobre dicho articulito, que no lo merece ya que es deprimente y de suma estupidez. El “filósofo” trata el tema del aborto con una frivolidad que dan arcadas. Comprendo que pueda escurrir el bulto de modo gracioso y ocurrente cuando le pregunten por su edad en una cena de la alta sociedad o por si se ha operado alguna vez los senos, pero sobre el aborto…
ResponderEliminarMuy agudo, como siempre BV, con lo de la monotonía, no creo que sea deliberada, más bien lo segundo. Lo de esclusa/inclusa lo dejaremos en errata de impresión.
Lástima que no sea mujer y que tuviera "el bulto" encima, vería cómo no lo podía escurrir, y cuánto necesitan las contingencias humanas de un poco de claridad y de luz. Qué jueguecito de palabras tan sórdido, y tan revelador.
ResponderEliminar¿"La filosofía debe aspirar a mantenerse en ese plano de idealidad..."? ¿"Sería como desertar de las ideas generales..."? ¿"materias que entran en la arena de la controversia política y dejan de ser neutras para el pensamiento..."? Pero qué dice este señor, que habla por ahí de mundanizar la filosofía y ahora hace como que no se ha enterado de que son las ideas las que mueven el mundo?
Al superhombre o al imperativo categórico nadie los ha visto, pero sus estragos sí. ¿No sabe este tío que tan leídos se tiene a Heidegger y a H.Arendt, que el sr.Eichmann, por ejemplo, dijo allí en Jerusalén que él se regía por la ética kantiana? ¿Acaso no hay una idea y una antropología subyacente en las posturas proabortistas?
¿Y para decir que no quiere mojarse necesita todo ese rollo, o es sólo para vender que es una no mojadura "de segundo grado", es decir, de listo, no como la de los pobres tontos que o no saben- no contestan o se pronuncian, más tontamente aún, sin prudente duda reflexiva previa?
Espectacular el comentario de CB.
ResponderEliminarUna pena que el intelectual en cuestión haya tenido a bien contestar a esto con un "gracias, Sara", muy indicativo del nivel del sujeto.
Valiente pichafría.
Os agradezco a todos vuestros comentarios: es un artículo que me ha servido al menos para pensar mucho sobre temas que tengo siempre presentes.
ResponderEliminarTengo miedo de haber sido demasiado duro, pero creo que el tema lo merecía.
Se me había escapado (¿escurrido?) este artículo en el fragor navideño.
ResponderEliminarMe uno a sus huestes trogloditas como siempre.Y a los rezos.
Qué pobreza tan grande la que nos rodea. Qué poca esperanza tengo en esta nación. En fin.