domingo, 16 de septiembre de 2012

Museo Nacional de Estocolmo 1

Al entrar en la colección de pintura, el primer cuadro que me encontré fue -me dio un vuelco al corazón- uno de Georges de la Tour, un san Jerónimo Penitente:





Impresionaba esa anatomía de anciano, hinchada y con redondeces de vida gastada, esas disciplinas tintas en sangre, del color de los vestidos que ha dejado a un lado.


[vía]

Yo a Georges de la Tour le tengo un cariño tremendo (otra motivo de agradecimiento a José Jiménez Lozano): qué atención a la intensidad más que a la espectacularidad, qué verdadero.
Y ahora en el Prado [yo, en eso del arte, me pasaría el tiempo en El Prado, pero acabé en Suecia] tienen otro cuadro de la Tour, un san Jerónimo leyendo, pura alegría, comparado con este.

3 comentarios:

  1. No sé si la palabra es "alegre". Pero si un tipo se entusiasma leyendo la Sagrada Escritura -que era lo que, principalmente, leía el alegre San Jerónimo- y no se hace sangre, uno tiende a pensar que se trata de un alegre -en el sentido de pasajero- entusiasmo.

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  2. Empezamos bien, Ángel. De la Tour es fascinante. Este cuadro es magnífico y tiene un aire tremendo a Zurbarán que no había captado con otras obras suyas.

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  3. Don Javier, y mire que a san Jerónimo le costó sangre dejar de leer a Cicerón y dedicarse a la Sagrada Escritura; en un sueño que tuvo oyó esto: "Ciceronianus es, non Christianus", tremendo.
    Es verdad, Ignacio: recuerda mucho a Zurbarán; gracias por decirlo: los colores, el tratamiento de la anatomía y también la intensidad.

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