Dos poemas de Carlos Pujol (
El corazón de Dios, p. 17 y 22); todo el libro es un diálogo de tú a Tú con Dios:
Todo es discretamente feo y digno,
con arrebatos de modernidad
en la que no acabamos de creer.
Pero nadie confunde
con museos tus casas (...).
En el fondo es mejor que no parezca
perfectamente hermoso,
unos toques ramplones no están mal,
vulgares trompe l'oeil
a modo de ironía, decorando
ese quiero y no puedo de la vida.
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En la penumbra a veces cuando tiemblas
en una lamparilla
se me ocurre pensar que tienes gustos
estéticos muy raros.
Las máscaras de viejo ¿te parecen
más amables y bellas que las otras?
Las arrugas, las canas, los traspiés,
las manchas en la pared como de fieras,
cegatos, renqueantes,
con caras que se empiezan a borrar
y plomo en la memoria. (...)
No pude evitar ver las fotos y que se me venga a la cabeza: "¿una nueva versión de un 'puente de mando' en alguna nave de la saga Star Trek?" :P
ResponderEliminarEs de 1969, la capilla de debajo de la Iglesia de san Fernando de Santiago: la he descubierto hoy: es alucinantemente retro.
ResponderEliminarAcojona un poco.
ResponderEliminarHum, yo en este tipo de iglesias pienso, así la Belleza divina sobresale más aún... pero por mucho que lo intento, soy hedonista católica y prefiero rezar en iglesias medievales.
ResponderEliminarParece que fuera despegar en cualquier momento
ResponderEliminarLo más tremendo los sillones hundidos, con los huecos de los sacerdotes que se dejan caer en ellos.
ResponderEliminarYa sé que soy un poco raro, pero a mí me gusta. Quiero decir, la cosa en sí me gusta y, si es -como usted dice- de los años sesenta a lo mejor hasta es hermosa. Mejoraría mucho -creo- sin ese mantel horrible y tan piadoso, quitando las plantitas, el florero, las sillitas de escuela, la imagen de san José... en fin, los añadidos. Un purista diría que la sede ha de ser una y no trina y tendría razón. Por lo demás la idea -lo que se ve en la foto, por lo menos- no me parece mala para una iglesia pobre.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo: el mayor problema son esas macetas (qué manía con poner macetas) y esas imágenes industriales dulzonas: el diseño en 1969 debía de ser muy interesante. Ahora tiene un aire pasadísimo de moda que le da hasta encanto.
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