martes, 22 de mayo de 2012

arriba en Newman y Platón

Tanto Newman como Platón se plantean hasta qué punto 'arriba' es una metáfora.

Newman*:
La Ascensión de Cristo a la derecha del Padre es algo admirable porque es una prenda segura de que el cielo es un lugar determinado y no un mero estado. Esa presencia corporal del Salvador con que los apóstoles trataron ya no está aquí. Está en alguna otra parte: en el cielo. Esto contradice las ideas de gentes muy cultas y especulativas, y humilla la razón. La filosofía considera más racional suponer que Dios Todopoderoso, como Espíritu que es, está en todas partes y no en un lugar más que en otro. Si pudiera, la filosofía diría que el cielo es un puro estado de felicidad; pero para ser coherente, tendría que ir más allá y negar, con los herejes de la antigüedad a que se refiere san Juan, que «Jesucristo ha venido en carne mortal» y mantener que su presencia en la tierra fue meramente aparente. Lo cierto es que Cristo, que apareció sobre la tierra, subió desde la tierra y una nube lo ocultó de la vista de los apóstoles. Y aquí surge una nueva dificultad al considerar el punto en cuestión: ¿adónde fue? ¿Más allá de sol? ¿Más allá de las estrellas? ¿Atravesó el inmenso espacio que se extiende tras ellas? Y ¿qué se entiende por «ascendió»? Los filósofos dirán que no hay diferencia entre arriba y abajo en lo que se refiere al cielo; pero, con todos los problemas que plantea la palabra, difícilmente podremos tomarla como una mera expresión popular por la reverencia debida a la Palabra Sagrada.
Esto nos hace considerar qué distintas son las noticias de la Escritura sobre el mundo físico y las noticias que nos dan los filósofos, tanto en su carácter como en sus efectos. No me refiero a si unas y otras son reconciliables o no. Sólo digo que sus efectos respectivos son distintos. Cuando deducimos lo que deducimos por la razón mediante el estudio de la naturaleza y luego leemos lo que leemos en la palabra inspirada, y nos encontramos con que las dos deducciones son discordantes, el sentimiento que creo deberíamos tener es éste: no la impaciencia de hacer algo que va más allá de nuestras posibilidades como sopesar pruebas, resumir, considerar, decidir, reconciliar y arbitrar entre las dos voces de Dios; sino que hemos de sentir la completa nada que somos, nuestra sencilla y absoluta incapacidad de contemplar las cosas como realmente son; debemos percibir nuestra nulidad ante la gran Visión de Dios, nuestra «belleza convertida en corrupción y nuestro quedarnos sin fuerzas»; convencernos de que lo que vemos, lo natural y lo sobrenatural, aunque es verdadero en tan pleno sentido que lo respetamos por encima de todo, no es más que un barrunto que nos es útil para este o aquel fin, útil en la práctica, útil en su esfera «hasta que rompa el día y las sombras se desvanezcan», útil de manera que tanto lo natural como lo sobrenatural puedan usarse a la vez, como dos lenguas distintas, dos aproximaciones diferentes a la Verdad Desconocida y Asombrosa, ninguna de las cuales, en sus respectivos campos, podrá extraviarnos.
Platón** (está Glaucón hablando de astronomía):
Me parece que es evidente que la astronomía obliga al alma a mirar hacia arriba y la conduce desde las cosas de aquí a las de allí en lo alto.
[Sócrates] -Tal vez sea evidente para cualquiera, excepto para mí, porque yo no creo que sea así.
[Glaucón] -Pero ¿cómo?
-Del modo que la tratan los que hoy procuran elevarnos hacia la filosofía, hace mirar hacia abajo.
-¿Qué quieres decir?
-Que me parece que no es innoble el modo de aprehender, de tu parte, lo que es el estudio de las cosas de lo alto; pues das la impresión de creer que, si alguien levantara la cabeza para contemplar los bordados del techo, al observarlos estaría considerándolo con la inteligencia, no con los ojos. Tal vez tú pienses bien y yo tontamente; pues por mi parte no puedo concebir otro estudio que haga que el alma mire hacia arriba que aquel que trata con lo que es y lo invisible. Pero si alguien intenta instruirse acerca de cosas sensibles, ya sea mirando hacia arriba con la boca abierta o hacia abajo con la boca cerrada, afirmo que no ha de aprender nada, pues no obtendrá ciencia de esas cosas, y el alma no mirará hacia arriba sino hacia abajo, aunque se estudie nadando de espaldas, en tierra o en mar.
*John Henry Newman, Sermones parroquiales (traducción de Víctor García Ruiz), 2, p. 193-4
*Platón, La República 7.529a-b (traducción de Conrado Eggers Lan, BCG 94, Madrid, Gredos, 1986, 359-60).

5 comentarios:

  1. Lo de Platón no es manco tampoco: eso de la boca abierta por mirar arriba es una referencia a una anécdota que cuenta en otro sitio el propio Platón: por ir mirando a las estrellas, Tales de Mileto se cayó en un foso (y una criada tracia, que lo vio todo, se rió de él). Eso es la filosofía.
    También es muy importante la imagen de nadar en Platón (aquí, nadar de espaldas): eso para otro día.

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  2. Impresionantes los dos. Muchas gracias.
    (Nadar de espaldas ¡en tierra! Que pedazo de poeta era Platón)

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  3. Qué buenas citas, qué bien traídas. Gracias

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