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miércoles, 23 de mayo de 2012
Ay, ahí le duele
Los que escriben sobre la no-camisa del hombre feliz la hacen visible a nuestros ojos.
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La camisa del hombre feliz: hablan de ella -pero no la han visto: un puro reframing.
Me refiero a "La camisa de un hombre feliz", ese cuento de los que buscan esa camisa como remedio para curar a un rey: resulta que el hombre feliz "no tenía camisa". Lo que quería era explicar que un cuento en torno a la búsqueda de la felicidad como algo (en concreto una camisa que no existe, una no-camisa), es un modo de reencuadrar el tema de la felicidad en torno a la búsqueda de ese algo (como la frase famosa de "No pienses en un elefante" nos hace pensar en uno. Y quería haber dicho que eso era lo mejor de aquel verso de Miguel d'Ors sobre "no ser feliz y que no importe" (otro modo -negativo- de reencuadrar la cuestión), pero ya era suficientemente retorcido todo como para hacerlo todavía más retorcido.
Lo retorcido es identificar la felicidad con algo y decir luego que no existe (creo que me voy a conseguir explicar al final de todo). Buff, qué difícil hacer una frase que se sostenga sola: por eso lo que traías ayer de Chamfort era tan fascinante.
Bueno, yo no lo veo tan rocambolesco. El cuento de Tolstoi (que no conocía) me parece muy inteligente y aleccionador. En ningún momento identifica la felicidad con algo que no existe, ese algo inexistente es el "remedio" para un mal. Ese remedio no existe físicamente, pero sí existe la persona feliz, lo que ocurre y claro, eso es la enseñanza del cuento, es que la persona féliz no necesita nada material para serlo, es más, seguramente por eso es féliz.
Tienes toda la razón, Ignacio; yo lo que quería era darle una vuelta de tuerca a través de Lakoff: si pones en el centro la camisa se convierte en lo central, cuando lo central no es la camisa. Miguel d'Ors habla muy bien de todo esto, Miriam: es muy muy recomendable su poesía. Balaverde, he cambiado el enlace: el anterior tenía un final claramente espurio; ahora, leyendo el bueno no sale nada de eso de que todos bien con camisas. Y no me extrañaría que ese final lo hubiesen puesto los comunistas rusos, que esos sí que se pasaban el día fijándose en la camisa.
Aforismo, frase que se sostiene sola. Eso sí que es un aforismo con vuelo, Ángel. Y te explicas muy bien con eso de identificar la felicidad para negarla. Muy bien visto. Gracias por todo.
¿Me he perdido algo? ¿Dónde está la no-camisa?
ResponderEliminarMe refiero a "La camisa de un hombre feliz", ese cuento de los que buscan esa camisa como remedio para curar a un rey: resulta que el hombre feliz "no tenía camisa".
ResponderEliminarLo que quería era explicar que un cuento en torno a la búsqueda de la felicidad como algo (en concreto una camisa que no existe, una no-camisa), es un modo de reencuadrar el tema de la felicidad en torno a la búsqueda de ese algo (como la frase famosa de "No pienses en un elefante" nos hace pensar en uno.
Y quería haber dicho que eso era lo mejor de aquel verso de Miguel d'Ors sobre "no ser feliz y que no importe" (otro modo -negativo- de reencuadrar la cuestión), pero ya era suficientemente retorcido todo como para hacerlo todavía más retorcido.
Ah, ese cuento que no conocía.
ResponderEliminarLa felicidad no es retorcida, es una columna salomónica.
Lo retorcido es identificar la felicidad con algo y decir luego que no existe (creo que me voy a conseguir explicar al final de todo).
ResponderEliminarBuff, qué difícil hacer una frase que se sostenga sola: por eso lo que traías ayer de Chamfort era tan fascinante.
Y zas, acabo de ver que era Tolstoi el que lo contaba: y no me sorprende que sea suyo.
ResponderEliminarBueno, yo no lo veo tan rocambolesco. El cuento de Tolstoi (que no conocía) me parece muy inteligente y aleccionador. En ningún momento identifica la felicidad con algo que no existe, ese algo inexistente es el "remedio" para un mal. Ese remedio no existe físicamente, pero sí existe la persona feliz, lo que ocurre y claro, eso es la enseñanza del cuento, es que la persona féliz no necesita nada material para serlo, es más, seguramente por eso es féliz.
ResponderEliminarMe viene a la cabeza ese "dar hasta que duela"
ResponderEliminarLo de "no ser feliz y que no importe", me parece impresionante. Me deja tocada (no hundida)
Yo lo que no entiendo es la solución redistributiva del rey. Los rusos empezaron con estas coñas tontas y acabaron como acabaron, los pobres.
ResponderEliminarTienes toda la razón, Ignacio; yo lo que quería era darle una vuelta de tuerca a través de Lakoff: si pones en el centro la camisa se convierte en lo central, cuando lo central no es la camisa.
ResponderEliminarMiguel d'Ors habla muy bien de todo esto, Miriam: es muy muy recomendable su poesía.
Balaverde, he cambiado el enlace: el anterior tenía un final claramente espurio; ahora, leyendo el bueno no sale nada de eso de que todos bien con camisas. Y no me extrañaría que ese final lo hubiesen puesto los comunistas rusos, que esos sí que se pasaban el día fijándose en la camisa.
Aforismo, frase que se sostiene sola. Eso sí que es un aforismo con vuelo, Ángel. Y te explicas muy bien con eso de identificar la felicidad para negarla. Muy bien visto. Gracias por todo.
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