sábado, 31 de marzo de 2012

Pazo de Ramirás

Se presentaba ayer un libro, Herdeiros pola forza.
A mí sobre todo me interesaba poder visitar el Pazo de Ramirás, en la Rúa Nova: Santiago tiene muchos sitios que solo puedes conocer si aprovechas ocasiones como esta. Allí había estado antes el Colegio de los Irlandeses, uno de aquellos que se fundaron en el XVII en varias Universidades de España para  formar clero ante la persecución contra los católicos en las islas británicas (en Valladolid sigue el Colegio de los ingleses y hace no mucho que se cerró allí el de los escoceses).
Entramos por fin -había bastante gente- y nos encontramos candelas por el suelo, en torno a una escalera de esas típicas de Santiago de fines del XVIII, de los estertores del barroco. Resultó ser una escenificación de rollito gaélico-céltico (eche o que hai).
Entramos al patio: camelios muy grandes, el suelo repleto de flores caídas. Se estaba haciendo de noche y se estaba bien, en torno a una escalera con pinta de antigua con barandillas con pinta de feístas. Murciélagos en vuelo rasante sobre nuestras cabezas.
Habló el editor y dijo algo de la 'construción' de un 'discurso'.
Habló Manuel Gago (que reúne varias cualidades muy buenas: don de transmitir, claridad y felicidad de escritura y sobre todo entusiasmo productivo: su blog es excelente): su espich le quedó un pelín mitinero, pero bueno, bien.
Y luego el otro coautor, Xurxo Ayán (descubro que tiene un blog: y no está mal), que se colocó un gran sombrero de publicidad de cerveza irlandesa. Y casi sin anestesia llamó payaso al Papa y dijo que una imagen que tenía al lado era del "capullo" [sic] de san Patricio. No se había preparado lo que iba a decir, quizá confiado en la conciencia evidente que tenía de ser un tío cojonudo, de esos que están acostumbrados a triunfar en las fiestas y a que les rían todas las gracias: de hecho hasta a mí me hicieron gracia algunas, a pesar de que me había molestado ese inicio tan gilipollesco. Y entre tópicos de los gallegos fiesteros y reyes de la retranca y un batiburrillo de buenismo sentimental postromántico mezclado con un evidente amor a la arqueología y alguna idea positiva, fue ensartando sucedidos verídicos en una fila que amenazaba no acabarse: pero consiguió acabar, de milagro, con una oración a Santiago que rezaban los irlandeses: ¡oh!.

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión, alomenos non perdiches o tempo. A crónica aproxímase un 90 % ao que a min me semella que aconteceu alí. O perfíl sicolóxico bastante acertado.
    Apertado:
    Xurxo Ayán

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  2. Gracias por tomártelo tan deportivamente. Mi admiración por vuestro empuje y las ganas de hacer cosas en el mundo de la Arqueología.

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