De las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, Weil solo admite la de la belleza.
Frente al argumento teleológico (=de la finalidad), el acto de creación de Dios habría que compararlo a una creación artística (como hizo Platón en el Timeo):
Pues una obra de arte no se crea con un fin concreto: es esencialmente gratuita. Los medios se ajustan a la obra de arte, así que "'hay evidentemente finalidad, pero [...] no se puede concebir ningún fin" (SG 129). De modo parecido, el mundo fue creado gratuitamente sin la finalidad mecanicista de un reloj, pero aun así no sin designio. A su vez, la belleza de una obra de arte inspira un amor que va, por ejemplo, más allá de la mera piedra de la que se hace la escultura. Análogamente, la belleza del universo inspira al espectador un amor que va más allá de la mera materia de la que se ha hecho el mundo. Ese amor, concluye Weil, tiene que haber sido encendido por el amor de Dios. Ella lo llama la prueba de Dios por el amor, pues: "Como por la vista no se reconocen los sonidos, del mismo modo ninguna facultad más que el amor puede reconocer a Dios" (SG 129). Weil no propone una prueba que vaya por vías lógicas, de la premisa a la conclusión; sugiere mejor una situación donde uno puede fácilmente ser guiado más fácilmente, a través de la belleza del mundo, a un marco del ánimo, es decir, el amor, que conduce a percibir la existencia y el amor del Creador.Yo, si tuviera más fuste, enlazaría esto con las explicaciones de santo Tomás de Aquino sobre la obra de arte y el entendimiento práctico (vía Maritain/Gilson: que tanto le ayudaron por otro lado- a Flannery O'Connor) y me detendría en la distinción finalité/fin y la explicaría bien (pero eso supera del todo mis posibilidades).
For a work of art is not created for a certain purpose. It is essentially gratuitous. The means used are adjusted to the work of art, so 'il y a évidemment finalité, mais [...] on ne peut concevoir aucune fin' (SG 129). Similarly the world was created gratuitously without the mechanistic purpose of a watch, yet not therefore without design. In return, the beauty of a work of art inspires a love which goes, for example, beyond the mere stone of which a sculpture is made. Analogously, the beauty of the universe inspires in the spectator a love going beyond the mere matter out of which the world is made. This love, Weil concludes, must have been kindled by love of God. She calls it the proof of God by love, for: 'Comme para la vue on ne reconnait pas les sons, de même nulle autre faculté que l'amour ne peut reconnaitre Dieu' (SG 129). Weil does not propose a proof that goes logically from premise to conclusion. Rather, she suggests a setting where one can more easily be led, through the beauty of the world, to a frame of mind, namely love, conducive to perceiving the existence and love of the Creator.
Pero mejor voy montando desde aquí un diálogo entre el Aquinate y Weil, para lo cual solo necesito que los dos me echen una mano (o las dos manos cada uno) y yo haré allí de moderador. Ya tengo preparada la introducción: "Santo Tomás, Simone, la rosa es sin porqué": ¿algo que comentar?"
Yo me apunto de público.
ResponderEliminarMuy bueno, Ángel.
ResponderEliminarUna butaca en fila 1 por favor.
ResponderEliminarMe apunto. Y más aún con tu generosidad: a diferencia de la autora original, tú nos traduces el francés en el cuerpo del texto no en notas al pie.
ResponderEliminarImpresionante diálogo a cinco el que propones, aunque ya sabes tú que Weil muy aristotélica (luego muy tomista) no es que fuera.
ResponderEliminarY si les añades a Tolstoi, ya ni te cuento.
Discutirían mucho (como sólo es posible discutir -lo otro es soltarse andanadas-: partiendo de una base y un entendimiento y sobre todo un amor común) pero llegarían a grandes conclusiones. Y qué enorme placer escucharlos.
Yo sólo te diría, completamente al margen, que también me pido butaca, que la rosa más bien es sin para qué, no sin porqué.
Pero en ese pasaje es donde más cercanía me ha parecido ver entre Weil y santo Tomás, cuando este habla de que en el entendimiento práctico (y en el arte) no hay que buscar un bien externo, sino el bien del objeto en cuanto tal: por ahí es donde iría la discusión entre los dos, que seguro que será apasionante (pero aquí abajo nos la estamos perdiendo).
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