lunes, 21 de noviembre de 2011

Incurable hipocondria

Yo también estaba ayer con miedo, pero no al veredicto de las urnas: a la consulta del endocrino era.
Cuando uno es hipocondriaco y cuando uno que es hipocondriaco ha oído ya el tienes cáncer (aunque hayan pasado casi cinco años), no hay curación de la hipocondria: será menos aparatosa, más manejable, un poquito menos irracional, pero el hecho es que ya vas a toda consulta médica bien cargado de sinrazón: de razones para temer.
Pero bueno, todo salió bien: en lo político nos hemos quitado una pesadilla y por mi parte he salido de la consulta prometiendo adelgazar: y ya sé que no es lo mismo, pero ahí está un paralelismo (y un ripio).
Y el endocrino me ha leído la cartilla -mamá, voy a hacer régimen, te ha hecho caso- y al final me ha dado el visto bueno.
Y he sobrellevado bien el chorreo habitual, más doloroso por lo razonable. Mi endocrino me hace sentirme como el mal alumno con malas notas que nunca fui, cuando me pregunta por mi desapego al ejercicio. Hasta me ha señalado mi tripa, cruel.
Y yo me retorcía de arrepentimiento: no estoy a la altura, bien que me pesa.
Pero salí de allí y he recuperado la libertad provisional del hipocondriaco, siempre a riesgo de perderla - y de ganar entonces más argumentos de hipocondria.
Y vengo aquí a contároslo, para que os alegréis conmigo de que estoy bien, sin colesterol siquiera.

Que esto se suponía que era un blog autobiográfico.

10 comentarios:

  1. La culpa la tiene Estonia, la mayonesa esa que te privaba.
    Me alegro por las buenas noticias (llevaste muy discretamente el susto). Si además de el régimen recuperas los paseos fotográficos, eso que habremos salido ganando todos.

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  2. "¡Bien que me pesa!", qué envidia de gracioso doble sentido. Te lo plagiaré en cuanto pueda. Lingüísticamente, estás ágil, ángel.

    Y me alegro muchísimo de todo.

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  3. A lo mejor, si baja la barriga baja la hipocondría, ¿no? Pues eso, aplícate, y empieza por no ir en coche a la facultad.

    Felicidades por los buenos resultados, reprimenda incluida.

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  4. Bueno, me ha quedado el texto demasiado dramático porque me he dejado arrastrar por figuras literarias (qué peligrosa es la literatura) en torno a la hipocondria.
    En realidad, a lo que le tenía miedo era al chorreo previsible del endocrino, cuando viera que sigo pesando lo mismo que pesaba la última vez.

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  5. Eh, Suso, que últimamente voy siempre andando. Bueno, casi siempre.

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  6. Un abrazo.
    Resiste con lo de la barriga. Es nuestro airbag contra los embates del mundo.

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  7. Me alegro mucho de que andes bien, Ángel. Pero bueno, que le den un poquito a los médicos...

    No me acuerdo bien, pero Bridey (injustamente tratado por los lectores)venía a decir algo sobre la inexistencia de un deber moral de andar por el mundo en plena forma...

    Y luego está García Calvo, que por las razones equivocadas señala acertadamente que:

    "Vivimos bajo un régimen de terror, señor, señora; y ese terror de los terroristas con que le horrorizan los Medios de Formación de Masas no es más que películas para distraerle: el terror de veras es ése que los mismos Medios le cultivan, el terror de que le vaya a hacer traición su propio cuerpecito serrano, de que se le insubordine dentro algún elemento incontrolado que amenace con desbaratarle la constitución de su Persona, que con tantos trabajos venía usted organizando y sosteniendo."

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  8. Me haces recordar el viejísimo chiste:

    MÉDICO.- Lo que le pasa es que es usted hipocondríaco.

    PACIENTE (aterrado).- ¿Y eso es muy grave?

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  9. Aaaaaay la hipocondria.
    Cuánto te entiendo.

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