Cielo vacío
y, sin embargo, bello.
¿Y si bastara?
José Cereijo, La amistad silenciosa de la luna, Pre-textos, Valencia, 2003, p. 27.
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PRESENCIA
El cielo sin estrellas.
la tierra sin matojos,
sin pájaros el aire
sin ríos, cisternas rotas,
y un silbo.
Mas no hay nadie.
"Deus absconditus".
José Jiménez Lozano, La estación que gusta al cuco, Pre-textos, Valencia, 2010, p. 157
Basta con el silbo, Ángel. No es la misma botella.
ResponderEliminarO sí, quién sabe. Los silbos son múltiples y variados, está el de los aires amorosos y quizá también el de los aires preguntones.
Y si tienes el libro, que es una joya, fíjate en el siguiente:
XXII
¿Es esa rosa
tan sólo una pregunta,
o una respuesta?
O en esta maravilla:
LII
Pequeña charca
empezando a ser luz
en el crepúsculo.
Acabo de leer tanto la entrada de Ángel como la respuesta de Cristina. Gracias a ambos; sin duda mis haikus, como el autor, se habrán ruborizado, de verse así en público, y tan favorecidos. Y gracias en particular a Cristina; el segundo haiku que cita, el de la charca, fue un añadido de última hora para completar el número de 57 (mi año de nacimiento), y nunca tuve claro si se justificaba. Ahora me parece que quizá sí; y sospecho que es ella quien me enseña a leerlo con otros ojos. Gracias.
ResponderEliminarJosé Cereijo