un libro que a veces podría parecer frívolo, sobre todo en aquellos poemas que aluden a imágenes bíblicas (Aquella higuera que por no dar frutos / maldijo Jesucristo…) o a la práctica cristiana, como ocurre en el titulado "Icono".[Frívolo es un adjetivo que nunca se me hubiera ocurrido para describir esos poemas, pero esperad, que voy a sacar una moraleja de aquí]
Y a S. de Zaitegui en El cultural, (25 de febrero - 3 de marzo p. 18 "Otras voces") le sorprende el tono de comedia del libro:
Contra el escaparate de la tragedia tira E. G.-M. su piedra: Con el tiempo no pierde la paradoja ni en lo eterno (Jesucristo) ni en lo perecedero (todo), combatiendo el cliché a base de endecasílabos innegociables, perspectivas with-a-twist y mucha desmitificación. Cada poema, una declaración de principios: "Por si la realidad imita al arte, / escojo la comedia".Es fascinante ver que a mucha gente la temática religiosa le resulte sorprendente verla asociada con la comedia, como si nos hubiéramos quedado atados a la tecla existencialista blasdeoteriana o sólo quedase la opción trágica-romántico-pagana-blasfemante-pecadora para que un poeta hable de Dios: no es menor, pues, el mérito de E. G.-M., que seguro que como es un caballero se apresurará a atribuírselo a gente como Flannery O'Connor (y que excelente libro hizo sobre la cuestión Ralph C. Wood), Twarkowski o Jiménez Lozano.
Pero no, que no hace falta, que ya los cita a los tres en este libro y a dos de ellos en ese poema titulado Icono que le descoloca a Raúl Alonso: por ahí vas bien, E.
A mí también me descolocó el adjetivo de "frívolo" en esa reseña. Una de dos: o se identifica la comedia con la frivolidad, o se desconoce el sentido de la alegría en el mensaje cristiano. En los dos casos el crítico sí es un poco ligero, o sea, frívolo.
ResponderEliminarFelix culpa!, ese frívolo, que ha merecido una entrada como ésta.
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