jueves, 9 de diciembre de 2010

Verdad de las palabras

Levinas citado por José Jiménez Lozano, Los cuadernos de Rembrandt, p. 83:
La palabra en su esencia original es un compromiso ante un tercero en nombre de nuestro prójimo (...). La función original de la palabra no consiste en designar un objeto para comunicar con otro, ni en juego sin consecuencias, sino en que alguien asume una responsabilidad ante alguien. Hablar es comprometer los intereses de los hombres.

Y otro texto, esta vez del propio Jiménez Lozano (p. 190):
Oigo la locución "termización invisible" para nombrar lo que ahora mismo viene llamándose "suelo radiante" y en otro tiempo "gloria"; y en el de los romanos "hipocausto" o fuego subterráneo. Es el trayecto del lenguaje hacia lo abstracto que está liquidando el sentido de lo real, porque en la locución en cuestión no existe un átomo de verdad (...).
Pero cuando no se nombra la realidad, se miente, y éste parece ser ya nuestro destino para el discurso público, comercial y político; y, poco a poco, ya ha comenzado a destilar sobre el discurso privado y el lenguaje coloquial.
A propósito de esto pensaba en que con estas cuestiones de qué lenguas hablar en cada sitio estamos perdiendo el foco de lo más importante: valorar el lenguaje, las palabras -de la lengua que sean- por su valor como elementos de verdad, de medio para llegar a los demás y a la realidad.
Eso que me descubrió el poema de E. G.-M.

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