martes, 28 de diciembre de 2010

Iñaki Uriarte - Diarios

La primera vez que vi hablar bien de este libro fue aquí; la segunda, en este otro sitio. El otro día, este otro -que fue el que se lo recomendó al primero- lo incluía en sus diez mejores de 2010.
Los tres son blogs que sigo con mucho interés. Coinciden en el perfil: varón de mediana edad, lector inteligente y con sensibilidad, de izquierdas, agnóstico, entre desesperanzado y tratando de lidiar con el nihilismo. No se parecen mucho a mí en algún aspecto -no diré en cuál.
Y como el libro estaba en mi biblioteca, pues me puse a leerlo.
Y me gustó mucho. Hay alguna cosa que le sobra -algún artículo tópico que coloca- pero lo he disfrutado mucho, sobre todo con lo que cuenta del mundo familiar nacionalista del Bilbao de clase alta, tan ridículo. Aunque, por otro lado, ya se ve que le pica el verso de Juaristi, porque vuelve continuamente a él para decir que él es equidistante de abertzales y constitucionalistas y que no se le ha pegado nada.
Y qué bien escribe sobre su vida diaria de Bartleby logrado, son muy buenos sus encendidos cantos de amor a Benidorm, y también la relación con su gato, hasta conmovedora.
Me impresiona mucho su manera de contar su enfermedad. Me acuerdo de cómo la conté yo la mía y veo ahora que lo hice con sensiblería y absoluta falta de contención. Es difícil esto de la literatura del yo, ya se ve.
Cita mucho a gente que no he leído: Montaigne, Schopenhauer, Gil de Biedma, Stendhal, Cioran, Rorty.

Tiene algunos textos que quiero poner aquí, por ejemplo este que firmaría Flannery O'Connor:
Muchos de los que quieren ser escritores venderían su alma al diablo por escribir bien. Cosas que aprendí con el tiempo: que se podía ser un cabrón y escribir bien, que es posible que sólo los cabrones escriban bien.
O estos otros:
Se me acumulan los libros por leer como si fueran recados por hacer. Se amontonan. Me abruman. La tía Mariángeles, cuando se agobiaba, apuntaba con mucho cuidado en un papel una lista con todo lo que tenía que hacer. Luego la rompía.
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No sé hacer ejercicio. Tan simple como eso. Pasea, pasea, pero ¿cómo se pasea? Me aburro. No le veo sentido. Hay gente a la que le dirías: hay que leer una hora al día, y le sería imposible. Lo mismo me pasa a mí con el ejercicio.

Más textos aquí.

2 comentarios:

  1. Yo lo leí-devoré gracias a ti. Una maravilla. Me va a dar para una o dos entradas de blogg, para dos artículos de prensa, para una ficha, para varios propósitos estilísticos y uno vital y para echar una risas a su cuenta cuando lo recuerde.

    Lo que no recuerdo (quizá lo leí derrapando por las curvas) es lo de su enfermedad. Me parece que ahí no, que eso lo contaste tú mejor, con su punto de amargura inevitable. Volveré a releerlo en busca de enfermedades.

    Y qué alegría todos los enlaces que muestras y sus comentarios. Da gusto ver cómo la buena literatura se abre camino.

    Abrazo agradecido, E.

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  2. Ah, y muy bien visto el pique con Juaristi.

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