Y hace menos días me llegó una nueva traducción del Timeo, que ha hecho un profesor de filosofía de la Autónoma de Madrid, José María Zamora, al que conozco de cuando estaba haciendo la tesis (agarraos: ¡sobre Plotino!) en Valladolid.
Además las notas y anexos son de Luc Brisson, una de las autoridades mundiales sobre el filósofo.
Y Suso me dejó el domingo La fuente griega, de Simone Weil. Y yo me acordé de que cb me había pasado ya hace tiempo Intuiciones precristianas: así que me puse por fin a leerlo, para leer después el otro, manteniendo el orden de recepción.
Y ahí me encuentro un análisis del Timeo que acaba con estos dos impresionantes párrafos:
La obra de arte, que es fruto de la inspiración del artista, sirve de fuente de inspiración para quienes la contemplan. A través de ella, el amor que está en el artista alumbra en las demás almas un amor similar. Eso mismo hace el amor absoluto mediante el universo.
Ese concepto trascendente de la Providencia es la lección esencial del Timeo, una lección de tal calado que no me cabe en la cabeza que haya podido penetrar en el pensamiento humano si no ha sido mediante una revelación.
Qué bueno. Me recuerda a una entrada tuya de hace tiempo donde citabas a Ovidio (Arte de Amar, 3.42): "arte perennat amor", por el arte perdura el amor.
ResponderEliminarQué bien, cuánto me alegra que te guste.
ResponderEliminar¿Y puestos a pedir, sería posible un trampolink para desmemoriados a la entrada de la que habla Dal?
Es esta entrada
ResponderEliminarY en el recuadro de arriba del todo de la página hay un buscador que funciona bien (yo puse también otro en la barra lateral)
Muchas gracias (y tienes razón, malacostumbrados que estamos).
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