Y llegó la sala de Gregorio Fernández, pero mi negra suerte me hizo fijarme primero en un texto introductorio:
El maldito texto consiguió amargarme completamente la visita: ver lo de 'propaga las creencias', eso de reducir el barroco a 'decorados exuberantes', eso de definir las artes como 'arma de propaganda primordial', cuyo valor es la 'alta temperatura emocional'.
Y toda esa 'fuerza plástica', dice el texto, 'al servicio de esta política de la imagen' (sic) que 'desliza' [¡desliza subrepticiamente!] en el 'alma (sic) del espectador mensajes devotos'! (aunque todavía mejor es eso de deslizar 'doctrinas morales': ¡doctrinas morales!).
Y 'patetismo macabro' es lo que demuestra quien ha hecho esos textos, incapaz de superar una visión como mínimo infantil del arte, porque lo que demuestra ese texto es:
1. que no aprecia esas obras de arte. Es lo mismo que el régimen nazi con la exposición de arte degenerado que montó en Munich: rechazaba ese arte pero no se atrevía a destruirlo, así que lo usaba como propaganda, pero al revés: porque todo le parecía propaganda, lo suyo y lo de los demás.
2. Se puede defender -es posible- que el arte -que todo arte- sea propaganda (y toda literatura, retórica), pero entonces lo sensato es cerrar el Museo, o dejárselo a las beatas (y a gente como yo) para que nos emocionemos y se nos deslicen en nuestras débiles almas 'doctrinas morales'. Y hacer en su lugar un museo de arte contemporáneo que se dedique a debelar la propaganda en el arte anterior.
Y lo más triste es que tienen allí unas imágenes admirables de Gregorio Fernández y son incapaces de mirar por encima de sus anteojos a este Cristo del Bautismo:
Esta es toda la escena (de wikipedia commons):
Es una gente que ven estos pies clavados y sólo saben decir (copio): 'Pedagogía de la crueldad' (sic):
Pero es madera elaborada con una delicadeza infinita para imitar los pliegues de la sábana y el sufrimiento.
Hermosísimo el Cristo del Bautismo. ¡Parece piel humana!
ResponderEliminarAún no he tenido oportunidad de visitar el museo desde que lo volvieron a abrir, pero cuando leí lo que decía la nueva directora me surgió la idea de que éste podría convertirse en una especie de Museo del Ateísmo, como el que tenían los camaradas. Pero no creo que sea culpa de la nueva directora, sino de esta sociedad que ya no es capaz de leer lo que en esas figuras está escrito. Aunque parece ser que aún hay gente, o la ha habido, que ante esas figuras, y durante la visita, reza.
ResponderEliminarEs inefable eso de que un siglo entero se etiquete como de tristeza, y punto. ¿Y, qué tal, entonces, el siglo XX? ¿Da para muchas alegrías?
ResponderEliminarToda esa retórica pseudofoucaltiana es ante todo falta de comprensión del otro, del que no piensa como "ellos".
Son unos miserables. Este verano volví a leer 1984 de Orwell, ¡qué actualidad!
ResponderEliminarDesde luego ese texto – de un gran simplismo historiográfico- no lo ha escrito ni un Kenneth Clark, ni un Anthony Blunt, ni un Eugenio D’Ors o un Pérez Sánchez.
ResponderEliminar¿No se habrá usted pasado un poco? Este texto, por estar donde está, tiene una finalidad didáctica y es breve. Y esas dos características hace que tenga que simplifiar, forzosamente mucho las cosas. Otra cosa sería si fuera parte de un tratado sobre arte.
ResponderEliminarLa finalidad del texto no es didáctica, sino doctrinal. Es breve porque así la gente lo lee. Además la cuestión no es esa, la cuestión es que es mentira.
ResponderEliminarCreo que le da usted mayor importancia al texto introductorio de la que tiene. Independientemente de lo que llegue a decir, lo grave es sentirse atacado personalmente —es demasiado pantente— por un texto.
ResponderEliminarMe temo que la cuestión es que no falla el texto (sin contar con su presunto valor de verdad o su posible sentido).
Estoy de acuerdo que el arte en general esté en museos, es algo extraño al arte mismo. Ahora, eso es lo que Hegel llama la muerte del arte e intentar resurrecciones —no va con segundas—. sencillamente no funciona.
El arte religioso no creo que sea distinto en este punto. Lo que dice la obra de arte, lo debemos entender, sea religiosa o no, pero no hay que seguirlo a pies juntillas. Entienda que en el fondo de la cuestión, el arte religioso no tiene que ser distinto del de tema pastoril para mucha gente.
No tiene que haber una visión infantil del arte religioso en este caso. Podemos considerar que estas obras tienen una finalidad didáctica expresa, que no es necesario compartir.
La postura que critica no tiene que considerar estas obras como «arte degenerado». Están en museos y se contemplan desde la distancia. No hay que adorarlas.
Una contestación a todos los comentarios, tan interesantes:
ResponderEliminar-En primer lugar, el texto choca con las imágenes; parece que quiere imponerse a ellas, cuando debería ser al revés: partir de la belleza de esas imágenes, como dice Suso.
-Luego se podría contextualizar brevemente qué sentido tienen esas imágenes (y para eso no hace falta justificarse en criterios 'didácticos' cuando eso puede ocultar la falta de rigor) en el contexto de la historia del periodo (pero sin caer en simplicidades como que el siglo XVII es triste).
Y me molestó el texto, claro; pero intenté ser lo más objetivo que pude; y no pedía una explicación 'cristiana': me bastaba con un texto que contextualizase las piezas y me encontré con una sucesión de frases llenas de tópicos.
Algo que debí decir ayer y que hoy lo veo más claro.
ResponderEliminarNo creo que sea un arte bello —ya sé que se trata de mi opinión—, pero precisamente estaría muchísimo más convencido si considerase que ese arte tuviese que hacer visible una religión (vamos, me parecería que están como disfrazados).
Parte de la violencia que suscita el texto al autor de la bitácora creo que se basa en el gusto o el disgusto por el barroco artístico —sea o no arte religioso—.
Me temo que el barroco —de modo mucho más marcado que otros estilos artísticos—, hace que lo recargado provoque rechazo cuando no gusta.
El texto no tiene tanta importancia, y es cuestión de formulación. Si en vez de la que tuvo, hubiesen descrito como finalidad «mover a la fe», no habría sido tan problemático. ¿Verdad?
Ese texto sí que es doctrinario, e insidioso. Y no contempla desde la distancia, su autor es incapaz de contemplar nada, no ve. Está lleno de aborrecimiento por lo que presenta. Ojalá lo tratara simplemente como si fuera un tema pastoril.
ResponderEliminarEl anónimo, que supongo que será el mismo del comentario previo, insiste en que el texto no es tan importante: sí que lo es, porque es un texto oficial de un Museo Nacional y además en la sala de un gran escultor: y eso no tiene vuelta de hoja.
ResponderEliminarEl texto, como dice cb, es doctrinario, porque se niega a ver las imágenes con un mínimo de distancia: la única reacción que parecen producirle a quien redactó el texto es sorpresa por la dificultad de ejecución, pero no parece que le resulten bellas en absoluto: son sólo 'impresionantes', quizá porque sólo sea capaz de ver en ellas propaganda, muy bien envuelta, pero propaganda. Eso es lo que me molestó del texto, la incapacidad de ver en esas imágenes nada más que propaganda.
Me parece tremendo que un texto así, tan parcial, "informe" en un museo serio. Cualquiera que haya investigado o estudiado mínimamente la cultura barroca sabe que esta visión es pobre. No es tanto un problema de ser pro o anti religión, se trata de no ser tan simple. Y me parece que incluso desde un posicionamiento, digamos, académico y, digamos, progresista, está trasnochado, anticuado. Es, qué paradoja, ¡conservador!
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