jueves, 18 de marzo de 2010

Acabar en Finisterre

El paseo a Muxía (dolmen - Ozón - Moraime - A Barca) fueron en realidad sólo unas horas de un sábado que acabamos en Finisterre, un buen punto de llegada:
Bajamos desde el faro a unas piedras, a media altura, pasando entre restos de fogatas (la moda es quemar botas y similares al llegar allí, eso que los anglosajones llaman un acto de closure).
Y había nubes y el cielo y el mar estaban grises. Al fondo, como en las casetas de tiro de las ferias, iban apareciendo siluetas de grandes barcos: Prestiges en potencia.
Abajo, una línea de espuma que se formaba en las rocas y se iba separando y formaba un arco.
Y hubiera estado bien ver una puesta de sol desde allí o una tormenta de rayos y truenos y olas encrespadas, pero nos conformamos con imaginar América al fondo (yo) o recordarla (mis acompañantes brasileños).

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