viernes, 16 de octubre de 2009

Sesboüé

Me leí el libro de Alejandro Llano sobre Girard y no hubo sorpresas, me gustó: iba sobre seguro con dos autores que admiro y la lectura fue muy provechosa.
Y más que un resumen del pensamiento de Girard era una 'confrontación creativa' -perdón por la cursilería-, que va ganando a medida que se lee; de hecho, los últimos capítulos de Llano son los que más me interesaron.
Pero -paradojas- puestos a citar, cito aquí un texto que cita Llano, de Sesboüé, un jesuita teólogo, del segundo volumen de una obra suya, Cristo el mediador.
La verdad última del relato es que Dios no quiere la muerte del hombre sino su vida; que Dios no se parece a las divinidades cananeas que exigían sacrificios humanos y que el pueblo hebreo, en un primer tiempo, intentó practicar a imitación de sus vecinos. Se trata de provocar la conversión de Abrahán que al principio parece admitir que Dios puede exigirle ese sacrificio. Abrahán necesita hacer la experiencia concreta de que su Dios no quería la muerte de su hijo. Esta enseñanza es decisiva y prohíbe de manera absoluta cualquier interpretación de la Cruz según la cual el Padre habría querido directamente la muerte de su propio hijo, Jesús. El que rechazó la inmolación del hijo de Abrahán ¿podría querer acaso la de su propio hijo? Gregorio de Nacianzo lo había dicho hace mucho tiempo [...]. Entonces la voluntad de muerte viene de otro lado: viene de la conciencia espontánea de Abrahán, que sea cual fuere su sufrimiento de padre, no ve ninguna dificultad religiosa en que Dios le dé una orden tan cruel. Está a cien leguas de él oponer una 'objeción de conciencia'. Como sus contemporáneos concibe a Dios a imagen de los hombres y le atribuye una violencia que considera normal. El relato es el testimonio de esta poryección primitiva (y todavía demasiado actual) sobre Dios del impulso de muerte que anida en el hombre. Traduce la experiencia dolorosa de Abrahán, que pasó de esta imagen pagana de Dios a la concepción convertida de un Dios único, totalmente distinto del hombre, lleno de cariño y amor.

Si tuviera más ánimos ahora, relacionaría esto con Su único hijo de Clarín y traería a colación Heb. 11.17 y le intentaría dar más vueltas a la cuestión, que por otro lado me supera ampliamente: el tema es uno de los claves de la cultura de la humanidad, el del sacrificio de Abrahán y no lo vamos a arreglar con una entrada de blog.

*[más detalles y más textos sobre Llano y Girard en Scriptor ya hace tiempo aquí y también aquí]

4 comentarios:

  1. ¿Es Alejandro Llano quien publicó sus memorias en un grueso libro editado por Encuentro, o estoy equivocado? No sé por qué, pero si es quien supongo, nada más ver esa edición, me entraron imperiosos deseos de hincarle el diente.

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  2. Muchas gracias por la referencia a Scriptor. No deja de ser curioso que justo en estos momentos me encuentro escribiendo sobre el "deseo mimético" y la "méconnaissance" en Girard haciendo referencia a The Passion de Mel Gibson, para un Congreso en Pamplona. Pretendo ver si la relación triangular no sólo se da o bien dentro del mundo del texto o bien en nuestro mundo humano, sino precisamente -y cómo- entre ambos mundos. Estoy -como puedes imaginar- aún en medio del típico "Burden of Too Much Information" sobre el asunto... Y estoy apoyándome en el libro de Alejandro, precisamente en sus últimos capítulos, así como en un interesante texto -creo que ha sido su tesis doctoral- de Stéphane Vinolo, un investigador canadiense que ha trabajado sobre "l'epistemologie du sacré en Girard", también con algunas derivas por resolver, rectificar o aclarar, como el mismo "último" Girard está haciendo a toda prisa, dada -entre otras cosas- su edad. Yo ando viendo (me han puesto en un grupo bajo el titulo "Thinking Realism") si Gibson nos pone a los espectadores de su película en situación de desear el Sacrificio de la Cruz como lo desea Jesucristo. Si no, hay en la película algo que distrae: quizá la excesiva violencia del realismo (que dificulta producir amabilidad y deseabilidad) en su modo de representar la violencia... En fin, quizá lo digo más o menos así como esto que acabo de escribir, y luego discutimos.

    Muchs gracias de nuevo y un cordial saludo.

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  3. Pues, Arsenio, te recomiendo vivamente las memorias de Alejandro Llano,de las que ya hablé aquí. Le he echado un vistazo rápido a tus blogs y creo que me van a gustar mucho, mucho.
    Y muchísimas gracias, Juanjo, por explicar el tema de tu ponencia tan brevemente y tan bien: me encantaría estar en el Congreso para oírla; espero que puedas ir contando cuando la hayas hecho.

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  4. Pero es que el Sacrificio de la Cruz no hay que desearlo, creo, es único. Nuestro deseo debe llegar hasta querer ser el Cirineo, y en la pelicula de Mel Gibson eso queda nítidamente claro y está conseguidísimo.

    Por otro lado, estando muy, muy bien lo que dice Sesboüé sobre el sacrificio de Isaac, la clave de la muerte de Jesús la da san Pablo: la resurrección. Mediante un rito sacrificial o no, todos estamos condenados a morir. Efectivamente, Dios no quiere la muerte de nadie, pero ahí está el hecho ineludible. Lo bueno es que ¿dónde está, muerte, tu victoria?

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