Fue rector de la Universidad de Navarra y es catedrático de metafísica. Yo le había conocido en Valladolid, en el Colegio Mayor Peñafiel: vino a dar una conferencia y -creo que en la comida- yo me permití afirmar (tenía 19 ó 20 años, se me puede perdonar quizá: dogmatismo de la ignorancia y platonismo de cuarta categoría de un iluso estudiante de clásicas, que cree que el saber puro no debe contaminarse con el dinero), me permití afirmar, digo, que no veía bien relacionar la filosofía y la empresa, un tema que él estaba trabajando mucho entonces. No me mandó a la mierda, lo que dice mucho en su favor.
A lo que iba, empecé por la tarde el libro, en la página 70 vi que se me iba a acabar demasiado pronto (tiene 500 páginas) y a pesar de todo no he podido dejarlo hasta que lo he acabado. Lo he disfrutado mucho (especialmente la primera parte, aunque todo es interesante) y os recomiendo vivamente que lo leáis.
Sobre todo me ha gustado la actitud de fondo, porque sigue lo que él mismo cuenta que Wittgenstein le dijo a Elizabeth Anscombe (p. 419):
-Beth, he amado la verdad.[Y comenta Llano] Pero, al poco rato, se sintió obligado a aclarar que él no creía que se hallara en posesión de la verdad, sino que la había perseguido sin pausa, aunque pocas veces hubiera dado con ella.
En estas memorias no se corta, no edulcora, dice lo que piensa de toda una época de la historia de España, de la Universidad, de la política.
Por si no me bastase tu recomendación (que me basta), qué título, ¿no? ¡Olor a yerba seca!.
ResponderEliminar¡qué gaaaaaanas! Me cae genial Alejandro, me apasionan las memorias, biografías y autobiografías, y me ha fascinado también el título. Gracias (aunque ya sabía de su existencia, gracias por recomendarlo. Me encanta también el nombre de la loibrería, aunque esté en gallego.)
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