jueves, 3 de septiembre de 2009

En Dresde

La otra salida de un día desde Praga fue a Dresde, en la antigua RDA, que está a 150 kilómetros; parecía que iba a ser un viaje rápido pero a la salida nos perdimos y acabamos por pueblecitos más o menos bonitos y ciudades feas, industriales y tristes.

Y luego conseguimos volver a la autopista pero había un buen trozo sin acabar. También a la vuelta nos desviaron por una carreterilla y acabamos detrás de un camión, pero por suerte íbamos besando la ribera del río Elba: un placer pasar al lado de tan histórico río con la lentitud de los que pasean.

El hecho es que llegamos a Dresde y está bien ir: vimos la Frauenkirche reconstruida (web con imágenes), que de puro nueva parecía un pastel; pero es un muy interesante edificio; y siempre es instructivo entrar en una iglesia protestante: a mí me recordó a un auditorio con palcos y quizá sea el antecedente más claro de esa estructura arquitectónica.
También estuvimos en la Catedral Católica, claro, haciendo peña (y rezando).

Comimos en la terraza de Brühl -bocatas-, con vistas al Elba, que inmortalizó Canaletto.

Pero lo que yo quería sobre todo era visitar la Galería de Pintura: y qué rato tan bueno: la Madonna Sixtina de Rafael, con los angelitos que han repetido hasta el hastío en las carpetas de las adolescentes, y con todo y con eso es un grandioso cuadro y unos grandiosos angelitos cuando los ves allí y te olvidas de las carpetas que has sufrido durante años.

Y no vi la Virgen de la Silla, que Clarín decía que se parecía a la Regenta.

Pero sí que vi el de Giorgione completado por Tiziano, y un cuadro de Poussin que incluso no me pareció mal y uno de Claudio de Lorena que me gustó; pero de franceses el que más me gustó fue uno de Nicolas Regnier.
Y qué buenos cuadros de flamencos: además de uno de Jacob Jordaens (de Diógenes rodeado de gente que se ríe de él) había varios de Rubens (¡qué grande, madre, pero qué bueno es, qué maravilla, es un grandísimo pintor, Rubens es muy grande!):



Y por seguir con flamencos, no me lo esperaba -por el tema-, pero este cuadro de Van Dyck me conmovió; son los tres hijos mayores de Carlos I de Inglaterra [luego vi esto y descubrí que el mejor cuadro de este tema está en Turín]; y luego he visto que quizá sea una obra del taller de van Dyck, pero a mí me sigue conmoviendo:

Y Rembrandt, ¡había cuadros de Rembrandt!, muy buenos; a mí me gustó sobre todo este:

Y estaba el cuadro de la Joven leyendo una carta de Vermeer, y me fijé y vi que se reflejaba su cara en el cristal y fue el segundo cuadro con el que me emocioné; y no me lo esperaba, porque la Alegoría de la pintura de Viena me había dejado frío, pero este me pilló por sorpresa, aunque había visto ya el cuadro mil veces en láminas. Y al lado había otro cuadro suyo también muy bueno pero distinto. Les hice una foto (se podía, sin flash, no sé por qué no lo permiten en todos los museos):

Y me gustaron mucho varios cuadros de Ruisdael, uno de un cementerio por ejemplo.

Estaba siendo un festín. Y en una sala más allá, una fiesta:
-Un tríptico de Van Eyck (y las puertas).-Y Cranach el Viejo, que me gusta muchísimo, cada vez más, ¡es mucho lo que me gusta! por ejemplo este doble retrato o estos Adán y Eva. Toda la vida me la pasaría viendo a Cranach (en este blog -excelente también por otros motivos- están poniendo últimamente cuadros suyos).
-Y Durero.

Y se nos acababa el tiempo pero subí a otra zona, y justo allí había un Velázquez, el retrato de Juan Mateos (foto de aquí):



Y Murillo y Zurbarán.
Y tenían muchos cuadros de Mengs, que descubro ahora que nació en Bohemia: ¡y ahora resulta que hay un cuadro checo en Castrojeriz!
Y allí estaba la chocolatera de Liotard.

Y nos marchamos, que nos quedaba la vuelta. Y no me quise hacer una foto delante de la estatua de Lutero ¡hasta ahí podríamos llegar!

4 comentarios:

  1. A una mala, tendremos que subvencionarte los viajes, porque esto es un festín impagable.

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  2. Echo en falta un visita a la Semperoper pero reconozco que ese edificio es una de mis debilidades que, naturalmente, no tiene por qué ser compartida.

    En cualquier caso, preciosa descripción del viaje.

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  3. En carpetas y en habitaciones de pensiones de dos estrellas, odio a esos angelitos.
    Me ha encantado la entrada, es contagiosa esa pasión por Rubens.
    El tema de las fotos sin flash suele ser una problema de derechos vendidos, pero imagino que terminarán cediendo.

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  4. Rubens es la alegría católica de vivir (todo incluído (sus rotundas damas, también)).

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