viernes, 28 de agosto de 2009

Hradec Králové

El día de Kutná Hora nos dio tiempo a llegar a Hradec Králové. No lo dije, pero a mí me hacía ilusión ir, porque en realidad estaba volviendo:
En 1991 fuimos en autobús a la Jornada Mundial de la Juventud en Czestochowa y pasamos por allí; y en la Catedral el obispo -nada menos- se nos presentó -éramos mucha gente, llamaríamos la atención, varios autobuses de jóvenes en medio de aquella ciudad pequeña- y se puso a contarnos su vida: la iglesia de las catacumbas del telón de acero, los encarcelamientos, el sufrimiento. Y por suerte ahora he encontrado su nombre y su biografía en google: monseñor Karel Otcenasek: ocho años en la cárcel, tres de trabajador en una fábrica de leche, muchos años confinado, siempre perseguido por los comunistas, hasta 1989. Ese fue el obispo que conocimos y que tanto nos impresionó.
Y en esta segunda visita estuvimos otra vez en la Catedral del Espíritu Santo (la única con esa advocación del mundo), que nos abrió una señora muy maja, con la que sólo conseguimos entendernos casi por signos. Había un sagrario gótico en una columna, un retablo de tablas del XV-XVI muy bueno, una pila bautismal metálica.
Y nos quedamos sin ver el Museo, la cumbre de la arquitectura de la Sezession checa, para algunos: para la próxima queda (y si no, desde el cielo).

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