jueves, 27 de agosto de 2009

Grita la creación

Pero Dios puede hablarnos también de otra manera diametralmente opuesta [a directamente a través de su Verbo, Cristo], a saber: a través de todo cuanto existe y sucede. Porque todo viene de Él sin cesar. El Criador, después de haber creado las cosas, no las coloca en su lugar para dejarlas de la mano, sino que sigue dándoles el ser. San Juan nos dice que todo cuanto existe ha sido hecho por el Verbo del Padre y que las cosas tienen existencia, verdad y valor gracias al Verbo. Así cada cosa es a modo de boca a través de la cual habla el Verbo eterno: los árboles y los animales; el firmamento, la montaña y el mar; el utensilio que está delante de mí y el alimento que yo tomo. (...)
¿Qué es lo que establece el contacto entre las cosas y nosotros y hace que las comprendamos? No son los conceptos, sino una relación íntima entre nosotros y ellas. Y hay que decir que que los conceptos son algo más que meros 'conceptos'. Tal vez sólo comprendemos las cosas porque percibimos en ellas el hablar interior del Verbo eterno. No lo percibimos conscientemente. (...)
Pero esta palabra divina es oscura también; no en sí misma, sino por nosotros. La empañamos y abusamos de ella continuamente. Empleamos la santa palabra de Dios, que da el valor a las cosas y a los acontecimientos, para nuestro goce personal. Tomamos la palabra fluyente, que da el sentido a la existencia, y la integramos en las cosas del mundo. Edificamos en ella nuestro propio imperio, sin darnos cuenta de que todo esto no es más que un robo y un abuso. Introducimos la corriente inteligible silenciosa en nuestros propios pensamientos orgullosos y superficiales, y usurpamos así para ellos, por lo menos, la aparencia de la verdad. Aquí también es necesaria la redención. Es un gran error pensar que el hombre halla sin más ni más la verdad en sí mismo o en las cosas.

Romano Guardini, El Señor, VII. 7, p. 374-5 ¡negritas mías!

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