Las fotos son de la web de la parroquia, de otro día
Después de la reunión había quedado con unos amigos en la nueva parroquia de san Josemaría de Aravaca, que celebraban la fiesta del santo y de la parroquia (claro). Por ahora tienen una estructura provisional temporal hasta que hagan la iglesia de verdad, que la harán rápido si los feligreses, que la tienen, sueltan la pasta. Y la misa fue muy solemne, con gente por todas partes y muchos niños, que es siempre una alegría:
Y luego estuvimos un rato en casa de estos amigos. Y sus hijos se fijaron esta vez en la cicatriz de mi cuello: estuve por contar alguna película de piratas cuando me preguntaron quién me la había hecho, pero me paré a tiempo, que a los niños hay que contarles la verdad, poco a poco, pero la verdad*. Y qué chavales más majos: me acuerdo de ellos y me alegro.
Y nos fuimos a cenar por el monte del Pardo, donde habíamos quedado con otros amigos: hacía fresquito, se estaba muy bien con ellos, fue una cena para recordar. Y casi parecía que era un complot para que no rebaje la importancia del matrimonio en mi comentario -en marcha- sobre el Banquete de Platón: varios matrimonios presentes, todos con hijos y todos bien casados, en el mejor sentido de la palabra. Y en una sociedad que no tiene argumentos contra la poligamia o el incesto (como mucho, horror instintivo, pero nada más) llegamos a discutir sobre la posibilidad de que se legislara un matrimonio con efectos civiles y sin divorcio y hasta acaloradamente.
Yo les animé a leer a Bloy (es lo que hago últimamente): y yo creo que me van a hacer caso; ya veis el nivel. Y de allí salí con una edición de La ciudad de Dios y unas cartas inéditas que voy a devorar. Y con ganas de repetir la experiencia, que qué grata fue aquella noche.
*Pero esto no quiere decir que no se les pueda contar cuentos; leía ayer a Flannery que decía que en sus reseñas de libros no sabe si podría decir siempre la verdad: You can be so absolutely honest and so absolutely wrong at the same time (...) Mauriac says only fiction does not lie and I believe him. Puedes ser totalmente sincero y estar a la vez completamente equivocado (...) Dice Mauriac que sólo la ficción no miente y yo le creo (The Habit of Being 152).
Y nos fuimos a cenar por el monte del Pardo, donde habíamos quedado con otros amigos: hacía fresquito, se estaba muy bien con ellos, fue una cena para recordar. Y casi parecía que era un complot para que no rebaje la importancia del matrimonio en mi comentario -en marcha- sobre el Banquete de Platón: varios matrimonios presentes, todos con hijos y todos bien casados, en el mejor sentido de la palabra. Y en una sociedad que no tiene argumentos contra la poligamia o el incesto (como mucho, horror instintivo, pero nada más) llegamos a discutir sobre la posibilidad de que se legislara un matrimonio con efectos civiles y sin divorcio y hasta acaloradamente.
Yo les animé a leer a Bloy (es lo que hago últimamente): y yo creo que me van a hacer caso; ya veis el nivel. Y de allí salí con una edición de La ciudad de Dios y unas cartas inéditas que voy a devorar. Y con ganas de repetir la experiencia, que qué grata fue aquella noche.
*Pero esto no quiere decir que no se les pueda contar cuentos; leía ayer a Flannery que decía que en sus reseñas de libros no sabe si podría decir siempre la verdad: You can be so absolutely honest and so absolutely wrong at the same time (...) Mauriac says only fiction does not lie and I believe him. Puedes ser totalmente sincero y estar a la vez completamente equivocado (...) Dice Mauriac que sólo la ficción no miente y yo le creo (The Habit of Being 152).
Fue una noche para el recuerdo. Lo pasamos de maravilla. Y sí, lo del matrimonio civil indisoluble dio para un debate encendido, desde luego, aunque yo no sé si salí con las ideas muy claras... Leyendo estos días la homilía de clausura del Año Paulino pronunciada el día 28 de junio por el Papa, se me ha venido a la cabeza esa cena, y la necesidad de que verdad y caridad vayan siempre unidas: "Siempre seremos medidos según este criterio: que la verdad se transforme en caridad para ser verdaderos". ¡Qué gran lección para todos nosotros! Especialmente, cuando defendemos con ahínco determinadas posturas -por legítimas y nobles que éstas sean-, no podemos perder de vista que la verdad sin la caridad se queda coja, y que "el amor no se engríe, no es pretencioso, no humilla, etc.". Lo digo por mí, especialmente cuando intento convencer de lo que considero que son "las verdades del barquero", y veo que no tengo éxito alguno. Menos mal que palabras tan claras como las de San Pablo nos ayudan a enderezar el rumbo.
ResponderEliminarPerdón por la digresión. Un abrazo fuerte.
Algo que no tiene que ver con la entrada, sino con la traducción de “You can be so absolutely honest and so absolutely wrong at the same time”.
ResponderEliminar“Honest” no es honesto en español, sino honrado, y en muchos contextos es sincero. Creo que este sentido se acerca más a lo que dice el texto inglés.
Gracias, ya lo he corregido.
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