sábado, 4 de julio de 2009

Miradas perdidas


Íbamos a tiro fijo en El Prado y dejamos de lado a Sorolla (que esta vida también es elegir).
Lo primero, La Magdalena Penitente, de Georges de la Tour, en préstamo del Louvre:

La vela, los libros, la mirada casi perdida (no ensimismada, sino vuelta hacia dentro), la espalda preparada quizá para la penitencia, aunque no supimos explicarlo bien. No era un estudio anatómico perfecto, ni la luz era un recurso luminotécnico: todo está al servicio de la contemplación. Es un cuadro que me gustó muchísimo. Y al lado había un Caravaggio, que venía muy bien para comparar: no le llega -declaro- ni a la altura del betún. No es que Caravaggio sea malo, pero es que este cuadro es más, mucho más.
El otro cuadro que queríamos ver era La vista y plano de Toledo, del Greco, del final de su vida, donde muestra un dominio total, un estar ya por encima de la pintura: colores azules plateados en las casas, el verde irreal del campo y del muchacho que sujeta el plano de Toledo. Dejo a los teóricos que le den vueltas a todos los planos que hay en este cuadro. Yo sólo os lo pongo para que lo disfrutéis:


Arriba está la Virgen dándole la casulla a san Ildefonso (de Toledo). Abajo a la izquierda hay en amarillo una representación del río Tajo, justo delante del propio río. Lo que no conseguí comprender fue la nube sobre el hospital de Tavera, pero conseguía dar un aire todavía mayor de irrealidad a todo el cuadro, con ese cielo casi sin pintar, donde los rojos son simplemente los espacios que dejó sin cubrir de pintura.
Y ya el resto de la visita fue de propina: otra vez un poquito de Rubens (la mirada ensimismada de su mujer en El jardín del amor) y van Dyck, un poco de Murillo, El niño de Vallecas, la Trinidad de Ribera (la mirada perdida de Dios Padre), el Cristo abrazando a san Bernardo de Ribalta.
Y luego estuve con Johan. En Moyano estaba Las voces y los ecos, de García Martín: se lo regalé, que es una antología mítica y dice EGM que las respuestas de Miguel d'Ors ahí son imprescindibles. Y comimos gazpacho. Y en un café tenían puesta a la inmensa Billie Holiday.
Y me volví en el autobús espacial de Ryanair.

3 comentarios:

  1. O sea que ya existe un "Las voces y los ecos", con lo que yo no podré publicar nunca el mío, del mismo título, con tal título. Vale, oportunidad genial para buscar un título mejor. ¡Esto se avisa antes, leñe!

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  2. Rectifico. El mío se titula "Las voces y el eco", con lo cual no habría ningún problema. ¡Uff!

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  3. Me encanta el oleo de la Magdalena Penitente, sobre todo la mirada.

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