lunes, 27 de julio de 2009

Ja som aquí!

De Praga me traigo la ciudad muy dentro; han sido veinte días de callejeo amoroso: parques, árboles (tilos, hayas), iglesias barrocas-barrocas (y alguna que no), los barrios históricos de la ciudad (a saber: Malá Strana, Staré Město, Nové Město, Vyšehrad, Hradčany), las casas burguesas, las imágenes y adornos por todas partes y la refrescante falta de adornos de la Villa Müller de Loos, los paseos en tranvía, el río Moldava (Vltava: atreveos a pronunciarlo), las marcas de cervezas, hasta la decepción del puente de Carlos.
Muy a gusto allí, muy instalado, muy acogido (salvo por los funcionarios sovietizantes de los museos), con ilusión cuando pude mostrar al revisor mi abono mensual de transporte (23 euros):

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