Mi problema no es qué contar de Roma, sino por dónde empezar.
Pues empecemos con la santa de hoy, santa Catalina de Siena; estuvimos en su tumba en la iglesia de santa María sopra Minerva (¡hermoso y significativo nombre!); y al lado estaba la de fra Angelico (el Beato Angelico ahora); y había una exposición suya en los Museos Capitolinos que me perdí, lo mismo que otra de Giotto.
También me perdí ver al Papa, que tuvo audiencia el miércoles, pero yo tenía el Congreso. Y no estuve con el Prelado del Opus Dei, de viaje pastoral en Japón y Taiwan por los 50 años de labor -¡difícil!- en el Extremo Oriente.
Y ya puestos a hacer la lista de lo que me perdí, lo que más me dolió de arte fue que a las cinco y un minuto me cerraran en las narices la verja de la iglesia de santa María in Cosmedin, que me había conmovido cuando la visité en 2002. Argh, me cabreo cuando lo pienso.
Pretendes matarnos de envidia, verdad?
ResponderEliminarTitín.
Sí. Eh, y pude saludar a Milucho.
ResponderEliminarLo que pasa es que Roma nunca se acaba de ver del todo, y es mejor que te dejes cosas para la siguiente vez, y que, entre tanto, disfrutes planificando tu próximo viaje.
ResponderEliminarTe conto del terremoto? Gracias a Dios no le paso nada, la caña.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Titín.