domingo, 1 de marzo de 2009

El abrazárboles (3 de 6)

El título de esta miniserie viene de un mote que vi que les ponen a los ecologistas: les llaman tree-huggers, literalmente abraza-árboles (lo leí en The Economist, de algo me tiene que servir la suscripción).
Y se puede abrazar un árbol por razones metafísicas: por puro deseo de anclarse en la realidad; también por ecologismo, claro (que a mí casi siempre me acaba rimando con panteísmo) o por amor a la naturaleza (que no es lo mismo): por deseo de abrazar el mundo, ese que tenía Edna St. Vincent Milley y transmitió a Miguel d'Ors, el que ponía a Szymborska a hablar con las piedras y el que le resultaba áspero al tacto a Ángel González.
Venga, vamos a poner el poema de Millay aquí otra vez (lo copio de aquí):

O WORLD, I cannot hold thee close enough!
Thy winds, thy wide grey skies!
Thy mists that roll and rise!
Thy woods, this autumn day, that ache and sag
And all but cry with colour! That gaunt crag
To crush! To lift the lean of that black bluff!
World, World, I cannot get thee close enough!

Long have I known a glory in it all,
But never knew I this;
Here such a passion is
As stretcheth me apart. Lord, I do fear
Thou'st made the world too beautiful this year.
My soul is all but out of me,—let fall
No burning leaf; prithee, let no bird call.
Y aquí lo podéis oír en una excelente lectura (un archivo mp3).
[11.3.09] Pidiendo ayuda a quienes saben inglés y después de ver en la red esta traducción, aquí os pongo la que he hecho del poema de Edna st. Vincent Millay, que ahora veo que sólo había entendido a medias. No tiene ninguna intención de ser una traducción poética:

MUNDO DE DIOS
Mundo, no puedo tenerte suficientemente pegado a mí.
Tus vientos, tus amplios cielos grises,
tus brumas que ruedan y se levantan
tus bosques -este día de otoño- que sufren y se doblan
y casi gritan todos sus colores. ¡Esa desolada peña:
romperla! ¡Quitar la inclinación de ese negro acantilado!
Mundo, mundo, no consigo llegarte más cerca.

Ya hace tiempo que conocí la gloria en todo ello,
pero nunca comprendi yo esto:
aquí una pasión así
es como si me partiera en pedazos. Señor, temo de verdad
que hayas hecho el mundo demasiado bello este año.
Mi alma está casi fuera de mí: que no caiga
ninguna hoja ardiente; te lo pido, que ningún pájaro me llame.

1 comentario:

  1. Pues no te creas que lo del árbol es ninguna tontería.
    El día que decidí dejar Filosofía porque me parecía que andaba en el filo y que si daba un paso más perdía definitivamente pie, tiene mucho que ver con un "ladrillo" y con un árbol.
    El "ladrillo" era de Wittgenstein, y el árbol fue un arbolito salvador en el jardín de FilosofíaB. Y por allí que estaba, en plena primavera, dándole a "los presupuestos de la realidad extralinguística" y a la pretensión de objetividad en el uso epistémico del lenguaje y a los empleos del concepto "ladrillo" (sic)... Y ahí fue donde vi que eso era el mundo al revés y que si seguía por ahí dudaría de que el árbol en el que me apoyaba fuera real, y que igual nunca encontraba el camino de vuelta. Así que me agarré bien a la realidad extralinguística y al concepto "árbol", tan maravillosamente costroso y resinoso (que no llegué a abrazarlo, pero casi casi), y me despedí para siempre del Sr. Wittgenstein. En buena hora.

    El poema de Edna St. Vincent Millay debe de ser precioso (venga, otra vez los dientes largos). Me está encantando esta serie. Muchas gracias.

    ResponderEliminar