Trnava (como en Brno, la erre se pronuncia como vocal, algo así como Túrnava/Térnava/Tárnava pero sin que se note tanto la vocal; yo me acordé de cuando me preguntaron en una oposición sobre la r vocálica en el griego micénico y la teoría de Heubeck y no supe qué decir), Trnava -decía- la visitamos después de Nitra; es una ciudad universitaria, con un perímetro cuadrado de murallas de ladrillo y en su interior plazas e iglesias, como la de Santiago de los franciscanos (y daba mucha alegría verlo representado allí y en otros sitios con el hábito de peregrino; no pude ir a Levoca, en el este del país, que tiene una iglesia dedicada a él de las mejores del país). Y casi mejor cambio de párrafo, de lo farragoso que está saliendo este relato.
El palacio del obispo de Esterzgom (Strigonensis en latín; vivió allí mientras ocuparon los turcos Hungría) era impresionante, pero lo mejor fue la Catedral. Había boda y allí que me quedé: un coro de cinco cantaban a capella muy bien y al final se arrancaron con All you need is love de los Beatles (y sorprendentemente me gustó, debe de ser que bajo mi espíritu crítico fuera). Y no dio mucho tiempo a más: el cura sacó a los novios de la mano de la iglesia y fuera los fueron saludando los invitados, que llevaban cada uno un ramo de flores, con lo que la novia cada cierto tiempo tenía que dejar una docena de ramos a alguna amiga, que se convertía en floristería ambulante. No dio mucho tiempo a más porque había otra boda (la número 14 del día, contando las de Nitra y sin contar otra boda civil que vimos después en el ayuntamiento) esperando.
Bronislaw y Andrea se dijeron Ano (=Sí) y luego se pasaron el uno a la otra y ella a él una cruz. Todo el mundo asistía muy atento a la celebración (nada que ver con España), mientras yo tomaba las notas que estoy usando ahora y disfrutaba de la música. En las paredes de la Catedral había frescos decimonónicos de san Mikulas (que resultó ser san Nicolás) y lápidas en las paredes de nobles húngaros; en la capilla del Santísimo, doce lámparas y un cuadro de santa Teresa de Jesús. Y en el frontal de la iglesia una imagen preciosa de la Virgen.
El palacio del obispo de Esterzgom (Strigonensis en latín; vivió allí mientras ocuparon los turcos Hungría) era impresionante, pero lo mejor fue la Catedral. Había boda y allí que me quedé: un coro de cinco cantaban a capella muy bien y al final se arrancaron con All you need is love de los Beatles (y sorprendentemente me gustó, debe de ser que bajo mi espíritu crítico fuera). Y no dio mucho tiempo a más: el cura sacó a los novios de la mano de la iglesia y fuera los fueron saludando los invitados, que llevaban cada uno un ramo de flores, con lo que la novia cada cierto tiempo tenía que dejar una docena de ramos a alguna amiga, que se convertía en floristería ambulante. No dio mucho tiempo a más porque había otra boda (la número 14 del día, contando las de Nitra y sin contar otra boda civil que vimos después en el ayuntamiento) esperando.
Bronislaw y Andrea se dijeron Ano (=Sí) y luego se pasaron el uno a la otra y ella a él una cruz. Todo el mundo asistía muy atento a la celebración (nada que ver con España), mientras yo tomaba las notas que estoy usando ahora y disfrutaba de la música. En las paredes de la Catedral había frescos decimonónicos de san Mikulas (que resultó ser san Nicolás) y lápidas en las paredes de nobles húngaros; en la capilla del Santísimo, doce lámparas y un cuadro de santa Teresa de Jesús. Y en el frontal de la iglesia una imagen preciosa de la Virgen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario