domingo, 14 de septiembre de 2008

Belvedere y Leopold

Otro día que fuimos a Viena en el tren (10 euros ida y vuelta desde Bratislava) aproveché para visitar dos museos de Viena, el Belvedere y el Leopold. El Belvedere es un palacio con unos jardines bonitos (aunque para jardines los de Schönbrunn -ya los visité hace dos años-; esta vez no he ido). En un lateral había una casa donde vivió y murió Anton Bruckner (siempre me acuerdo de su Te deum grandioso, metálico):



Al poco de entrar, me di con Napoleón en el gran san Bernardo. A mí lo francés como que no mucho, y menos David y menos Napoleón, pero alegra encontrarse en directo con las ilustraciones de los libros de historia. Luego vi que Benedicto XVI decía que amaba la cultura francesa y me llevé un susto, miré y resultó que estaba de acuerdo con él: la que va de san Ireneo de Lión al siglo XIII, esa sí, claro (y a mí Bloy).
Del Belvedere me gustó la colección de arte medieval, con algunas cosas bastante bonitas, pero vuelvo a decir que en Palencia las tienen mejores y esto lo digo en serio, sin sombra de broma; cualquiera que haya estado en esa provincia, o en Burgos o en Valladolid o en Zamora, lo habrá comprobado. La parte del barroco era mala o incluso pésima; luego tenían un montón de bustos de figuras con gestos raros de Messerschmidt, que me parecieron como Arcimboldo, pura fanfarria. Y de lo que se trataba, del arte del trío Klimt-Schiele-Kokoschka, pues descubrí que ya no me gustaban lo que pensaba que me gustaron. Sí que me gustó Moser, como a Juanjo.
Vi El beso de Klimt. En directo pierde, es un pintor que da muy bien en carteles. Se cayó de mi lista: valioso, pero ahora ya mucho menos, al top 50 no llega.
Y Schiele, bueh, los paisajes, las casas, eso sí.

Y en el Leopoldmuseum, más de lo mismo: cambio de siglo, cosas valiosas en diseño, tipografía, artes decorativas, las Wiener Werkstätte, etc. Me cobraron un euro en la consigna por dejar (obligatoriamente) la mochila y me jodió. Y así somos los españoles, que no nos gusta que nos cobren por eso ni por ir a mear (la mezquindad bílica de este pueblo de letrinas de pago, dijo, de los franceses, en frase memorable, Javier Olabe), aunque te hayan soplado diez euros en la entrada.

6 comentarios:

  1. Yo me sentí más a gusto en el Leopold, quizás porque no estaba rodeado de tanta gente. Allí me gustó mucho todo lo de Ver Sacrum, pero lo que más unos grabados de Kokotschka para un libro de Karl Kraus: era un aborto reproducido en toda su crudeza (en toda su realidad, vaya), no sé si te fijaste.

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  2. Y sí, Klimt pierde mucho. Lo que más me gustó de los Klimt fue el arrobamiento con que los contemplaban las chicas japonesas.

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  3. No tengo mucha conciencia de Kokotschka, la verdad, no me fijé mucho en él, estaba demasiado apenado de mi decepción con los demás; sólo me recuperé un poco con algunos cuadritos de Schiele y algunos carteles y diseños, sobre todo de portadas de libros (pero de la de Kokotschka no me acuerdo). Pero para la próxima, la próxima vez podré ver muchas cosas en las que no me fijé, espero.

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  4. Por otra parte… ¡Por Proust, mira que eres provocador! Decir eso de la cultura francesa… No sé si contestarte con una perorata contra los anglosajones y su ciencia que lo explica todo (hadrones incluidos), su simpleza, su renuncia a la filosofía ¡desde Hume!, sus listas de «los diez más…», sus libros de «Organízate con eficacia», ¡maldita eficacia! …

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  5. Sí, soy muy bruto. Hago afirmaciones categóricas y luego me paso varios días descubriendo excepciones en la cultura francesa. Ahora he descubierto a Claudio de Lorena, pasmándome con Fouquet y los pintores del XV. Pero qué bruto soy, madre mía.
    En realidad quería decir que no me gustan gente como Watteau o Poussin, pero no puedo decirlo de ese modo, tengo que machacar, como los de la NBA.

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  6. Era broma, era broma.

    Pero lo que estoy descubriendo es que lo que suele interesarme más son los escritores, etc… que tienen una visión más crítica de su propia cultura. O sea, que me interesa más Drieu La Rochelle que Sartre, o Chesterton más que Bertrand Russell… Bueno, es una comparación algo chapucera, pero vaya, algo así.

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