Un día un amigo de buen corazón, pero que no tenía fe, me dijo, mientras señalaba un mapamundi: mire, de norte a sur, y de este o oeste. ¿Qué quieres que mire?, le pregunté. Su respuesta fue: el fracaso de Cristo. Tantos siglos, procurando meter en la vida de los hombres su doctrina, y vea los resultados. Me llené, en un primer momento, de tristeza: es un gran dolor, en efecto, considerar que son muchos los que aún no conocen al Señor y que, entre los que le conocen, son muchos también los que viven como si no lo conocieran.
Pero esa sensación duró sólo un instante, para dejar paso al amor y al agradecimiento, porque Jesús ha querido hacer a cada hombre cooperador libre de su obra redentora. No ha fracasado: su doctrina y su vida están fecundando continuamente el mundo. La redención, por El realizada, es suficiente y sobreabundante.
miércoles, 30 de julio de 2008
San Josemaría desanimado
[Otra entrada que estaba ya cerca de cumplir un año en borrador. Era un texto de una homilía de san Josemaría que oímos en el viaje a Logroño. Siempre me había impresionado, pero quizá más esa vez]
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No andaba desencaminado el hombre. La cosa está en considerar que los cristianos son la sal del mundo. Y en un guiso, no todo es sal, ¿verdad?
ResponderEliminarNo he entendido el segundo párrafo...
ResponderEliminarA mí también me costó entender el texto las primeras veces: en realidad es un misterio, claro, el don de la libertad del hombre y el poder de Cristo de puede atraer a todos los hombres, pero sometido a que el hombre quiera quererle.
ResponderEliminarLa realidad también es que el reino de los cielos no figura en el mapa mundi.
ResponderEliminarEstá (aunque en forma no plena aún) en miles de santos desconocidos y acciones que no vemos.
Y otra verdad es que Jesús no vino a hacer desaparecer las cruces si no a llevarla con nosotros.
ResponderEliminarEntonces su doctrina sí reina en el mundo cada vez que alguien padece el mal por amor.