Vengo corriendo a contarlo, como los niños pequeños que llegan a casa después de la excursión: ayer vimos Mi noche con Maud, película francesa, de 1969 y en blanco y negro ¡y de Eric Rohmer!:
Antes (antes de mi giro copernicano del año pasado) me hubiera hecho mucha ilusión una película así, pero más todavía poder contarlo; ahora en cambio tenía más prevención que interés, pero fue después de una mítica cena en la que celebramos un cumpleaños redondo de Joan, con un jamón que estaba para enmarcarlo y rioja (al segundo vaso empecé a perder pie) que mezclé peligrosamente con una cerveza 1906 (la marca cara de Estrella Galicia, consuma productos gallegos).
Así, en ese estado de espíritu, hasta una película de Oliveira, no te digo más.
Y al final me gustó, aunque era muy años 60 franceses. No sé por qué, pero me acordé de Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller, que antes me gustaba (o pensaba que me gustaba) y que ahora me lo pensaría mucho antes de releer; quizá es que antes estaba buscando en el arte -la literatura, el cine- el menor guiño amistoso al cristianismo y ahora como que me da igual: ya no busco valores ni me emociono cuando hacen una mención al cristianismo no claramente negativa: ya sólo quiero verdad y en esta película en el fondo la hay, a pesar de las conversaciones, que a veces son plomizas (Pascal, la probabilidad de la existencia de Dios, la coherencia de vida, hasta sale la opción fundamental).
Y como película de temática problemática me interesó más bien poco, pero sí como pintura de personajes, de ambientes, de una ciudad (Clermont-Ferrand).
Para un comentario interesante, este del que he robado las fotos. Y otro, muy profundo e interesante comentario aquí.
La película la trajo Carlos, fan de la nouvelle vague, que al acabar hizo un comentario un poco cínico: al final una película de cuernos franceses.
Yo en ese "estado de espíritu" sólo estoy para Sergio Leone, pongamos por caso. Para esas otras cosas necesito sobriedad absoluta. Por cierto, en plan francés y metafísico, esta semana me fumé "El proceso de Juana de Arco" de R. Bresson. Cosa fina.
ResponderEliminarEl cine de Rohmer no es plomizo. El mot juste es plasta.
ResponderEliminarRohmer me a-pa-sio-na. Y de conversación tostón, nada. El protagonista me encanta... Da la impresión de que es una cena informal entre amigos, y que te has colado y te están haciendo partícipe de sus confidencias. Me está picando el gusanillo de revisitar toda esa época, empezando por Truffaut y sus "Quatre cents coups".
ResponderEliminarNo sé por qué estoy en una época en que todo lo francés me entusiasma, cuando antes era lo contrario. Yo creo que es por el museo de Cluny, las catedrales góticas, la dama del unicornio, Plaisir dámour y el Sephora de Champs Elysées... Hasta me dan ganas de leer a Pascal, y todo.
ResponderEliminarAfter a second viewing, I was amazed by how much lying the main charater, Jean-Louise, did. I don't recall the deception in the first viewing, perhaps because I was inclined to be sympathetic given he was the believer amid unbelievers. Don't you think Maud and the Marxist friend of Jean-Louise were more likable that Jean-L & Francoise, the blonde? I wonder if that was the director's intention. Maud & the Marxist just seemed more other-directed and less self-involved. A detail is that when Maud was telling Jean-L of the death of her lover, Jean-L seems to have moved off disinterestedly towards the window and expressed no sorrow.
ResponderEliminarThe other thing that blew me away was the mention on a movie review site that his blonde wife, Francoise, was a fundamentally unhappy person. She didn't seem so at all to me; the only time she appeared otherwise was when she thought he'd found out about her affair. At film's end they go off happily for a swim.
I completely agree with you, TS. A sign of the times, maybe that portrait of Jean Louis, but also it is about jansenism/jesuitism, faith/works and all that stuff.
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