Rubén Santiago. PAN-pan (sobre él, más aquí, aquí y aquí).
Qué vi: un tío que estaba haciendo formas de misa y luego las envasaba al vacío, de cinco en cinco. Le pregunté que cuánto tiempo estaba allí: dos horas por la mañana y dos por la tarde. Le pregunté que qué hacía con lo que hacía: me dijo que la gente podía llevárselo. Le pregunté que si la gente sabía que podía llevárselo: me contestó que él se lo decía a los que se lo preguntaban.
Qué me pareció: una gran tontería, qué me va a parecer. Al menos es un puesto de trabajo más por un tiempo (y espero que le paguen bien, que en el folleto le llaman trabajador especializado).
Qué decía el folleto:
Qué vi: un tío que estaba haciendo formas de misa y luego las envasaba al vacío, de cinco en cinco. Le pregunté que cuánto tiempo estaba allí: dos horas por la mañana y dos por la tarde. Le pregunté que qué hacía con lo que hacía: me dijo que la gente podía llevárselo. Le pregunté que si la gente sabía que podía llevárselo: me contestó que él se lo decía a los que se lo preguntaban.
Qué me pareció: una gran tontería, qué me va a parecer. Al menos es un puesto de trabajo más por un tiempo (y espero que le paguen bien, que en el folleto le llaman trabajador especializado).
Qué decía el folleto:
Rubén Santiago (Sarria, 1974) se caracteriza por una producción de amplio calado crítico, tensando las relaciones entre el artista y la institución [oh, el artista crítico y la institución opresora], y entre su trabajo y la posibilidad de recepción [sí, supongo que sería gracioso haber oído las conversaciones con los del CGAC sobre lo de contratar a un panadero especializado]. En este caso, transforma la sala expositiva en un taller para la fabricación de obleas u hostias sin consagrar [o el artista o el redactor del texto se ve que de religión la idea que tienen es bien poca]. En este taller plenamente operativo [¡profesionalidad!], un trabajador especializado [¡profesionalidad!] se encargará de la fabricación de las hostias durante el tiempo que dure la muestra, poniendo a disposición del público el resultado de su trabajo y la totalidad de la producción [esto no sé si se puede considerar de cultura de la subvención]. El título de la obra, aparte de su referencia obvia al pan ácimo, nos remite al prefijo griego pan [¡¡¡¡¡arghhh!!!!! qué manía con usar el griego para lo que les da la gana; y es un adjetivo, usado también como primer o segundo elemento en compuestos], que significa ‘todo’ [gracias por aclararlo], proponiendo una lectura universalista de un símbolo religioso concreto, despojándolo de su sentido original al ser mostrado como un alimento, un souvenir o un producto más del mercado. También se hace referencia a la llamada pan-pan, una convención internacional usada cuando en un vehículo se produce una emergencia que no implica riesgo personal o material inmediato [esto es una tontada no sé si al nivel del pan griego, pero casi]. Esa situación de urgencia es la que quiere transmitir con una máquina moral [ja, ja, ja] que cuestiona el ecumenismo del arte y las formas mecánicas de recepción.Qué digo yo al final: Rubén, hay una intuición buena en todo este mejunje, pero te puede el esnobismo: no es bueno usar el griego en vano y menos explicitar todo lo que te sugiere la secuencia pan. Lo mínimo es que te hubieras documentado mínimamente sobre el sentido del pan, no sé, con el diccionario de símbolos de Cirlot o algo similar y luego podrías haber creado un discurso mejor trabado. El pan como alimento, la transubstanciación del pan, la unión en el pan de los cristianos en la Misa, el arte como la nueva religión, el arte como alimento, todo eso lo podrías haber planteado si hubieras hecho una reflexión un poco más a fondo. Puedes leer a Flannery, en concreto un cuento que se titula Un templo del Espíritu Santo, para aprender a trabajar con la idea de pan, materia, encarnación, arte y Dios.
De las 5 propuestas, esta es la que más me ha gustado, y eso que el texto no la explica nada bien.
ResponderEliminarNo sabía que hiciese falta tanto equipamiento para hacer pan de misa!
Sí señor, aquí sí que hay tema y gordo (y mejor aún habría sido si hubiera añadido al tema del pan, el del agua, de la que tanto sabes tú): La banalización, la pérdida de sentido, el empobrecimiento del hombre que pierde la conciencia de lo sagrado, la conversión de ese hombre en "consumidor" y "turista" (lo del souvenir es tremendo), o en usador y usable; y todos envasados al vacío y tan contentos.
ResponderEliminarLo que no se sabe, o yo no pillo, es de qué lado se sitúa el "despojador de sentido", si del lado de los que ven la pérdida, o del lado de los tan contentos.
GENIAL tu entrada, genial los comentarios al folleto, ¡genial lo de Hostia sin consagrar!
ResponderEliminarCla, cla, cla!!!! (Pretende ser la onomatopeya de mis aplausos). Bueníiiiiiiisimo. Y qué bueno (genial) el cuento de Flannery que citas. No sé si el tal Rubén sabría apreciarlo. El sol eucarístico del final, dejando un reguero rojo de sangre sobre la línea del horizonte, es de las mejores imágenes que he leído jamás. (Too much para alguien que exhibe en el CGAC).
ResponderEliminarBuenos dias.
ResponderEliminarHe llegado a su blog buscando sin éxito imágenes de esta obra de Rubén Santiago para un trabajo de investigación.
Podrían indicarme donde puedo conseguirlas?
Muchas gracias.
No sé, pero aquí tienes los datos para contactar con él:
ResponderEliminarhttp://artnews.org/artist.php?i=2081&a=contact
Muchas gracias, Angel, y enhorabuena por su blog.
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