sábado, 31 de mayo de 2008

Madrid en mayo (y VI)

El Prado: quedan al lado de la nueva entrada los flamencos, así que aunque iba a otra cosa caí. Y qué grandes: además de a Patinir -me volví a fijar en los lejos-, me apunté a Vrancke van der Stockt, Campin, Memling, Gerard David y de van der Weyden, además de la Piedad y el Descendimiento, la Virgen con el niño que está rompiendo un libro: ¿detalle naturalista, docta ignorantia o una manera de decir que el libro es Él?
Yo no quería verlo todo, sólo pararme en algunos pintores y algunos cuadros. Primero en Rubens, que siempre me pareció mal (¡las gordas!), hasta que he descubierto que es grande, muy grande, en todo, en los cuadros mitológicos, en los retratos, en los cuadritos que había en una vitrina.
Al lado estaban algunos cuadros de Tiziano: el Ecce Homo que se llevó Carlos I a Yuste y que yo me habría llevado también.
Uno de los objetivos del día era El sueño del patricio, de Murillo. Quería pararme en la mujer dormida y ver qué es lo que hacía que le conmoviera tanto a Ramón Gaya, pero tendrá que ser en otra ocasión, porque quedaba al lado de la exposición de Goya y aquello parecía una romería, todo el mundo a gritos. Sí que me pude fijar en lo extraño de la escena del cuadro de Murillo: no ha querido poner al matrimonio en la cama, así que tiene que colocarlos a uno sentado en una silla y a ella apoyada la cabeza en la cama. Y qué Virgen tan ingenua arriba. Qué grande es Murillo, qué prodigio.
Y Velázquez: los lejos azules-grises del retrato de Baltasar Carlos, el cuervo que cae en picado en medio del cuadro de san Pablo y Antonio, el Cristo que les robaron a las monjitas de san Plácido o el niño de Vallecas.

4 comentarios:

  1. Qué bien aprovechados los dos días en Madrid y que memoria... Me gustan mucho las "Virgen con niño"flamencos. En muchos de van Eyck aparece la virgen enseñando a leer a Jesús y en otros (Gerard David)simplemente el niño jugando con la toca o el pelo de la madre, o besándola o jugando con fruta(uvas claro), es decir, siempre muy anecdóticos y sentimentales.Lo único que me pone un poco nervioso es que son adultos enanos más que niños, pero, y los pliegues...

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  2. Cada vez que viene alguien a Madrid y visita el Prado pienso lo mismo: nosotros lo tenemos aquí para poder ir cualquier día, y al final no vamos nunca (hablo de mí y de mis conocidos).

    Al final, después de unas semana de crónica, me quedo con ganas de más.

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  3. Qué jugosas notas de viaje. Y qué interesante la observación sobre el libro en el cuadro de van der Weyden; no sé lo que significará, pero se convierte en el centro de la pintura.

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  4. ¿No te parece el mismo rostro el de la Virgen con el Niño que el de la Piedad? No sé si es por eso, pero parece que los dos cuadros dialogan: La corona de gloria que sostiene el ángel en el primero y la corona de espinas sobre el suelo del segundo. El INRI en el lugar que ocupaba el ángel.El Niño que parece que le señala en el libro lo que va a ocurrir...

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