Foto tomada de aquí (con comentario sobre Murillo)
A mí las flores me gustan mucho. En nuestra época de mamarrachez se ha pensado que pintar flores es una cursilada, e incluso ha habido algún imbécil que lo ha llegado a decir. Imbéciles famosos, quiero decir. Si un artista, un pintor, un escultor, un poeta, un escritor, un músico, no es sensible al milagro que es una flor, pues apaga y vámonos. En mi casa, en mi estudio, ha habido siempre muchas flores.
Ramón Gaya de viva voz, p. 236.
La casa museo de Ramón Gaya en Murcia está junto a la Plaza de las Flores. Después de ver sus cuadros, el turista accidental se sienta al sol, se siente reconfortado con la vida y se toma unos tomates rizados con bonito y una hueva de mújol con almendras fritas. Mientras, pasan los pájaros persiguiendo la luz.
ResponderEliminarConcha, eso no se hace: ¡dar envidia de esa manera!
ResponderEliminarMe gustaría mucho ir al Museo Ramón Gaya (y sentarme al sol y tomar ¡esos tomates! y vigilar a los pájaros).
Yo también tenía ganas, pero tengo muchas más después de leer a Concha.
ResponderEliminarEstuve en la exposición del Reina Sofía cuando le dieron el premio Velázquez y me quedé prendada. A la salida caía la tarde y los pájaros volaban en círculo porque amenazaba tormenta, y esta visitante se sentó en el patio del museo y también se sintió reconfortada con la vida. Será una cualidad de su pintura, de sus humildísimos vasos en los que da la luz, de sus flores franciscanas y de sus ramitas de perejil.
Y es cierto lo que te dije hace unos días: cada vez que hablas de flores, desde las rosas en el vaso de plata que encontraste a la vuelta del Hospital, he pensado en Ramón Gaya. También lo recordé en aquella entrada plateada en la que aparecía una postal de Margarita Teresa y, en ella, otro vaso con flores (y qué ternura pone Velázquez en ese jarrito y sus cuatro flores).
Pero ya el colmo es ir a la Declaración de San Juan, empujada por "los levantes de la aurora", y ¡zas!: "Vigilavi, et factus sum sicut passer solitarius in tecto", y hete ahí de nuevo a Gaya.
Así que aquí estamos sin remedio, viajando con él por Italia. Ayer no más en Venecia: "El oleaje sobre los escalones de mármol", y: "Al mediodía, en la Piazza. Las palomas, como las góndolas, no se tropiezan nunca", y "La sonoridad especial de las campanas, por la tarde, con frío".
Es una maravilla, mientras se hace hueco para Murcia y todo lo que cuenta Concha.
Bueno, cb, espérate, que esto sólo es el inicio de una 'serie Gaya'. Me ha impresionado el libro de entrevistas y también los catálogos que he visto, pero nunca he podido ver un cuadro suyo directamente. Hoy enlazo también a un blog dedicado a hablar de él.
ResponderEliminarY ahora me dan ganas de irme al patio del Reina Sofía.
Jo, qué suerte hoy con los comentarios, qué compañía me están haciendo.
Hace un rato, viendo el primer capítulo de la adaptación de Retorno a Brideshead, me he acordado de esta entrada tuya en el momento en el que lord Sebastian lee en un libro esta frase: «¿Siente alguien la misma emoción por una mariposa o una flor que por una catedral o una pintura?». Igual alguien sabe de dónde está tomada, ya no lo recuerdo (si es que lo supe).
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