martes, 18 de septiembre de 2007

Bobin sobre Mozart

De Christian Bobin, de Autorretrato con radiador p. 59 (lo leí en Valladolid; también en la Biblioteca pública de allí encontré y me leí El bajísimo; altísimamente recomendables los dos, sus únicos libros traducidos hasta ahora). Cambio algunos puntos y guiones:

Yo tan sólo escucho a Mozart, y es buena señal. No conozco nada con más frescor que esta música, sólo comparable al susurro de los ríos o a los balbuceos de los recién nacidos. Una perfección semejante no prueba en absoluto, como a veces se pretende, la existencia de Dios. Por otra parte, una existencia -aunque sea la de Dios- no se 'prueba'. Se acoge o se rechaza, y no es lo mismo ni el mismo lenguaje. Probar es un deseo de sabio o de policía. Acoger es un deseo de enamorado. Mozart no prueba nada, simplifica.

Ya no sé de dónde saqué esta tontería, sin duda de un libro muy serio, la sonrisa va muy bien con la seriedad: los ángeles cuando están ante Dios interpretan a Bach y cuando están entre ellos, interpretan a Mozart. Realmente esta historia es un poco injusta para Bach, pero si no podemos burlarnos de los que amamos, ¿de quién nos burlaríamos entonces?

Esa es la primera parte de mis días: café negro, tabaco negro, Mozart azul.

Más en estas referencias jugosísimas de Bienvenidos a la fiesta: esta y esta.
He encontrado un texto largo (de hecho es larguísimo para leerlo en el ordenador) pero muy bueno -lo que he leído.
A mí me ha venido muy bien Bobin (¡fijaos qué aliteración).

4 comentarios:

  1. Claro, a las personas no se las demuestra, se las muestra. Lo mismo a Dios.
    A mí también me viene muy bien Bobin. De hecho estaba buscando El Bajísimo (llegué al libro por tu anterior referencia).
    Qué belleza, y qué cierto, ese Altísimo que habla en voz bajísima, y ese susurro capaz de hacer cambiar la vida.

    Ya lo decía el Libro de los Reyes:
    "Vino un huracán tan violento que descuajaba los montes y hacia trizas las peñas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego.
    Después del fuego, se oyó una brisa tenue; al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva"

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  2. Inténtalo en circuitos de libros usados, porque parece muy difícil encontrar El bajísimo en las librerías 'de nuevos'.
    Yo lo leí un poco deprisa, por haberlo cogido de una bilioteca pública para pocos días, a punto de irme de Valladolid, pero tiene partes deslumbrantes, aunque como en el otro libro, se desinfla un poco al final, como que se cansa; pero hasta entonces, simplemente maravilloso.

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  3. Por suposto o de Xilipoulas é coña, claro. Agardámoste. Unha aperta.

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