martes, 28 de agosto de 2007

En Valladolid (X)

Una mañana de domingo vi a una monja que se había escapado del convento de las Huelgas Reales, que está al lado, y le pregunté que cuándo abrían la iglesia al común de los mortales: me dijo que el 15 y el 20 y que iban a enseñar el claustro herreriano y que había quedado precioso con la restauración.
Fuimos el 15 y tampoco había tanta gente. En el retablo -¡muy bueno!- hay una joya de Gregorio Fernandez: el crucifijo que se descuelga en brazos de san Bernardo:




El día 20, fiesta de san Bernardo, en la Misa aquello estaba de bote en bote. Al final la madre superiora desde el ambón agradeció la asistencia: estaban encantadas. Y ahí vino lo mejor: abrieron la puerta del coro: de morros me di con un crucifijo de Juan de Juni (también vi otro en el convento de santa Catalina de Siena; aquí en Valladolid eso entra dentro de lo normal, pero no deja de ser extraordinario).

Y poco más allá había una capillita con un retablito precioso de la adoración de los pastores. Un pálpito: es de Gregorio Fernández. Y sí, era de él. Pero sobre todo era un prodigio.

Las monjitas habían puesto en el claustro unas fantas y unas pastas y aquello era un jolgorio, lleno el convento de gente fisgona como yo.

[las fotos, de wikipedia, menos esta última que cogía de esta entrada excelente de un blog]

3 comentarios:

  1. Si vuelves, dale recuerdos a la Madre María del Mar de mi parte, por favor. Nos ha hospedado durante más de una década en Monteclaro, una finquita que tienen a las afueras de Valladolid, durante nuestra semana de Ejercicios Espirituales. Son unas monjas encantadoras. Y si les coges confianza, que te enseñen el monasterio por dentro y que te inviten a comer los productos de su huerta guisados por Sor Visi y servidos por Sor María.

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  2. Yo también soy "fan" de las monjas de clausura, al menos de las que conozco. Y estar dentro de uno de estos conventos es una verdadera delicia. El detalle de las fantas y las pastas da la medida de su sencillez y su cercanía.

    Se te nota arrobado por Gregorio Fernández y el barroco castellano, lo cual es comprensible. ¿Qué hay del barroco andaluz? Igual me confundo, pero me parece recordar que no acababas de "verlo".

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  3. Qué maravilla de retablo de Gregorio Fernández. En mi modestia, comparto con vosotros -recién incorporada como estoy a los rigores del ferragosto madrileño- que en la iglesia parroquial de Sanxenxo (perteneciente al estilo para mí desconocido del "gótico marinero"), debajo del altar, hay un Cristo yacente, muy en la línea del que hay en el Pardo también de Fernández. El Barroco castellano me apasiona, igual que a tí.

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