Es buena idea la de Via stellae, el festival de música que se está celebrando este mes. Aparte de los formatos más habituales como el del Requiem de Cambra (por cierto, me lo bajé -ejem- y es una delicia de principio a fin) hay programados todos los días conciertos express, en claustros de la ciudad. Gran idea: si es un rollo, sólo dura media hora, si no, sabe a poco y lo disfrutas más intensamente.
Yo ayer fui a san Roque, a escuchar a Chelicia, grupo de cuatro violonchelistas de la Real Filharmonía de Galicia: Carlos G. Amigo, Ailsa Lewin, Palmira Martínez y Thomas Piel. Estuvo muy bien, aunque me temí lo peor cuando me dieron el programa y vi que lo primero era el Canon de Pachelbel. Resultó que era un arreglo de Werner Thomas-Mifune (tanto gusto) para cuatro violonchelos: y mejoraba, o quizá es que el Canon canónico (je, je, otro chiste) no lo puedo soportar, pero cambiado todavía es posible descubrir algo bueno en él.
Tocaban muy bien; hubo una o dos veces que se cruzaron miradas, como que se hubieran equivocado, pero a mí -que soy un ignorante- me pareció que todo era perfecto. Tocaron también una Polonesa de concierto de David Popper (el gusto es mío), el Souvenir de Curis de Guillaume Paquis y tres tangos argentinos arreglados por Werner Thomas-Mifune (¡otra vez tú por aquí, encantado!). Uno de ellos, La vi llegar, de E. Francini, lo podéis escuchar en la sala de música. Al final, muy merecidos aplausos y un bis.
Muy bien, maravilloso, un placer oírles.
Yo ayer fui a san Roque, a escuchar a Chelicia, grupo de cuatro violonchelistas de la Real Filharmonía de Galicia: Carlos G. Amigo, Ailsa Lewin, Palmira Martínez y Thomas Piel. Estuvo muy bien, aunque me temí lo peor cuando me dieron el programa y vi que lo primero era el Canon de Pachelbel. Resultó que era un arreglo de Werner Thomas-Mifune (tanto gusto) para cuatro violonchelos: y mejoraba, o quizá es que el Canon canónico (je, je, otro chiste) no lo puedo soportar, pero cambiado todavía es posible descubrir algo bueno en él.
Tocaban muy bien; hubo una o dos veces que se cruzaron miradas, como que se hubieran equivocado, pero a mí -que soy un ignorante- me pareció que todo era perfecto. Tocaron también una Polonesa de concierto de David Popper (el gusto es mío), el Souvenir de Curis de Guillaume Paquis y tres tangos argentinos arreglados por Werner Thomas-Mifune (¡otra vez tú por aquí, encantado!). Uno de ellos, La vi llegar, de E. Francini, lo podéis escuchar en la sala de música. Al final, muy merecidos aplausos y un bis.
Muy bien, maravilloso, un placer oírles.
Qué gustazo de entrada. Gracias por las presentaciones: no conocía a nadie, ni músicos ni intérpretes.
ResponderEliminarY qué alegría también que de nuevo destiles tan buen humor. A lo mejor es sólo cosa mía, pero si estaba en las últimas entradas, estaba más escondido.
Tomo nota del Requiem de Cambra. Un placer también leer tus crónicas musicales: me pones los oídos largos.
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