Aunque la he dejado tirada por otros -Waugh últimamente-, sigo con los Diarios de Zenobia Camprubí. Son monótonos, muy notariales, aunque interesantes a ratos.
La vuelvo a traer a este rincón porque tenía pendiente un comentario a esta entrada (leed también los comentarios), para echarle un capote a JRJ. Ayer, leí otra del mismo blog (magnífico blog) y me acordé de que quería mencionar ese amor de JRJ a su mujer, por más que fuera un hombre con tantos problemas en la convivencia. Pero cómo no iba a quererle Zenobia, con aquella dedicatoria:
A Zenobia de mi alma, que la adoró como la mujer más completa del mundo, y no
pudo hacerla feliz.
Yo sólo quería recoger dos referencias del primer volumen, en el que estoy todavía. Y qué matrimonio, compitiendo cada uno por darse al otro:
1. J. R. tenía visita y me trajo un pequeño ramito de rosas para que me hicieran compañía mientras él estaba fuera. Siempre hace estas cosas tan calladamente que una tiene que mirar alrededor para descubrir que las ha hecho. Muy pocas veces es efusivo, pero constantemente tiene esas manifestaciones silenciosas de la emoción de su espíritu (p. 122).
2. Por la tarde hice creer a J. R. que no podía ir al concierto para que usara mi entrada y por cierto que lo disfruté el doble, pensando en lo que él estaría gozando de la 5ª Sinfonía de César Franck, en la que yo sé que siempre se extasía (p. 175).
Por cierto que en la entrada de ayer de ese blog hay una análisis precioso de la felicidad y de cómo contarla, y un poema de Rocío Arana sobre el mismo tema que os recomiendo encarecidamente. Enorme sintonía con lo que dicen las dos, Inma y Rocío.
Buen (y justo) capote echado a JRJ. Cómo no iba a quererle Zenobia. También me encantó esa dedicatoria. Muchas gracias por las preciosas referencias del Diario y por los links.
ResponderEliminarAquí hay algo raro: César Frank sólo compuso una sinfonía, así que la obra que cautivaba a JRJ tiene que haber un error en la obra o en el compositor.
ResponderEliminarYa que estoy, las Vísperas de Monteverdi son maravillosas, seguro que te acaban cautivando.
Enhorabuena por el blog.
Me meto en este comentario con retraso, debido al largo puente. Me sorprende la coincidencia, porque ayer noche en La 2 (como siempre), hubo un precioso programa de esos que la reconcilian a una con la caja tonta, sobre Juan Ramón. Y me acordé de tí, querido Arp, y de tu blog, y del comentario aquél que hiciste sobre el libro de Juan Guerrero Ruiz. El programa fue ciertamente magnífico. Lo más conmovedor, desde luego, el tierno y fuerte amor de Juan Ramón y Zenobia. Se cumple una vez más el célebre axioma de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Se leyó una frase del Diario de Zenobia, de cuando ya estaban en Puerto Rico: habían estado juntos durante cuarenta años y su amor había ido creciendo día a día. Una mujer inteligente, culta, abnegada, sabedora de que convivía junto a un genio (bastante insoportable, por cierto), al que amaba profundamente. No olvidemos que la economía familiar se sostenía fundamentalmente por ella (alquilaba pisos, traducía, daba clases de español cuando estuvieron en EEUU). Emocionante también cuando a él le conceden el Premio Nobel, y ella está agonizando (él sólo pronunció con amargura una palabra: "Ahora..."), así como el testimonio de la profesora de la Universidad de Maryland (Washington), contando el momento en que le comunica a Zenobia, ya muy enferma, que a JR le han concedido el Nobel. No hicieron falta palabras, todo lo dijo con los ojos. Qué gran mujer.
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