He leído con gran placer el último libro traducido de Joseph Pearce* sobre escritores conversos.
Es un estudio sobre las relaciones entre escritores anglosajones que se convirtieron. Vuelve a quedar clara la importancia del cardenal Newman y se agiganta cada vez más Chesterton. Aquí se destaca además a figuras como Hillaire Belloc, Maurice Baring, Robert Hugh Benson, Ronald Knox o Evelyn Waugh. El autor no pretende hacer un libro apologético, así que aparecen conversos santos, mediocres, regularcillos y algunos un poco malotes (mañana hablaré de Graham Greene). La pena es que en un libro de 570 páginas sabe a poco lo que cuenta de cada uno. Está muy bien que los poemas que aparecen se recojan en inglés, con la traducción en nota, con lo que uno comprueba una vez más la especial relación de la lengua inglesa y la poesía (y el mérito añadido que tienen los buenos poetas españoles).
Sobre Waugh cuenta cómo murió, algo que yo no sabía. Al final de su vida llevaba muy mal la vorágine que crearon algunos al socaire del Concilio, sobre todo en la liturgia. Le enfermaba que quisieran arrumbar el latín y además con lo que el llamaba una 'liturgia pop'. Lo pasó muy mal esos años, pero poco antes de morir un jesuita confidente suyo, el padre Philip Caraman, accedió a celebrar una misa en latín para él, su familia y unos pocos allegados, el Domingo de Pascua.
Al salir de la Iglesia, muchos de los asistentes se fijaron en lo contento que estaba Waugh. El padre Caraman puso de relieve su serenidad y su alegría, como si la depresión se hubiese evaporado o como si acabara de salir de una noche oscura del alma: "Se mostraba bondadoso y en paz consigo mismo, con esa tranquila serenidad que los sacerdotes encontramos en quienes están muriendo". Aproximadamente, una hora más tarde, Waugh fallecía víctima de un ataque al corazón. (p. 431)Su hija escribió:
No estés muy triste; cuántos deseos tenía de morir; y hacerlo el domingo de Pascua, cuando toda la liturgia habla de la muerte y de la resurrección, y después de oír la Misa en latín y de recibir la Sagrada Comunión, es exactamente lo que él quería. Estoy segura de que en misa pidió por su muerte. Estoy muy contenta por él.
En el número de noviembre de la revista Palabra lo entrevistan (pero en la red sólo está en inglés: aquí).
*Joseph Pearce, Escritores conversos. La inspiración espiritual en una época de incredulidad, Palabra, Madrid, 2006
Acabo de terminar de leer este magnífico libro, lo he reseñado en http://paracambiarelmundo.blogspot.com/2007/01/escritores-conversos.html
ResponderEliminarEs muy recomendable, presenta un panorama muy esperanzador.